Validación del cuestionario DASS (Duke Antocoagulation Satisfaction Scale) para evaluar calidad de vida en pacientes anticoagulados con antagonistas de vitamina K en Colombia.

  • ARDILA SILVA, ESTEBAN LEONARDO (Coinvestigador)
  • Hernández Flórez, Catalina (Coinvestigador)
  • Moreno Luna, Isabel Del Socorro (Coinvestigador)
  • Ruiz Talero, Paula Andrea (Coinvestigador)
  • Ursida-Serrano, Valentina (Coinvestigador)
  • Amado Garzon, Sandra Brigitte (Coinvestigador)

Proyecto: Investigación

Detalles del proyecto

Descripción

RESUMEN: Planteamiento del problema y Justificación En la práctica clínica diaria se encuentra un gran número de pacientes que tienen indicación de inicio de anticoagulación (Fibrilación auricular con alto riesgo embólico, presencia de válvulas mecánicas, enfermedad trombo-embólica venosa, entre otros), en ellos es fundamental evaluar cómo el hecho de recibir anticoagulantes orales impacta en la percepción de calidad de vida. Pese a que hay varias escalas de calidad de vida en pacientes en manejo con anticoagulación validadas en diversos países, actualmente en Colombia no contamos con escalas validadas. De ahí, el objetivo del presente trabajo de investigación es validar la escala DASS (Duke Satisfaction Anticoagulation Scale), para evaluar de manera objetiva cómo la anticoagulación impacta en la calidad de vida de los pacientes. El concepto de calidad de vida La segunda guerra mundial sumió las principales sociedades del mundo desarrollado en una crisis humanitaria que produjo cambios en los paradigmas sobre las necesidades de la sociedad y el individuo. Una vez comenzó la recuperación durante el período de posguerra y fue posible asegurar nuevamente las necesidades básicas de la población, comenzó a gestarse el concepto moderno de calidad de vida. En la década del setenta, antropólogos y sociólogos comenzaron a cuestionarse sobre la importancia de satisfacer aspectos del bienestar humano más allá de sus necesidades fundamentales y esta nueva perspectiva empieza a cobrar relevancia en la investigación en salud diez años más tarde. En el trabajo realizado por King y Raynes (1971) se demostró la importancia de la calidad del cuidado como un parámetro individual en la evaluación del tratamiento recibido más allá del simple resultado final de los cuidados suministrados. El trabajo de Emerson (1985) llama la atención sobre el énfasis de los médicos tratantes en los resultados del tratamiento y el mínimo interés prestado a la satisfacción de los pacientes con el tratamiento recibido. En respuesta a este llamado de atención, la investigación en salud empieza a desarrollar líneas de trabajo en las que se evaluaba el impacto sobre el desarrollo del individuo de un sinfín de variables como sus relaciones sociales, vínculos afectivos, libertad de decisión, participación en la vida comunitaria, redes sociales y crecimiento a nivel personal y laboral. Los resultados iniciales de estas investigaciones dejaron en claro el carácter multidimensional del bienestar humano y la necesidad de desarrollar un modelo conceptual que abarcara de la manera más completa posible cada una de las variables y relaciones que determinan dicho bienestar, en especial, dada la necesidad imperiosa de desarrollar instrumentos de medición aplicables a la investigación (Aaronson, 1988). El proceso de conceptualización, sin embargo, no fue tarea fácil. De hecho, al día de hoy no existe aún una definición universal de calidad de vida plenamente establecida y aceptada por todos. En las últimas tres décadas la investigación en calidad de vida ha visto un aumento exponencial de la cantidad de artículos publicados. La década de los noventa se caracterizó por el énfasis en la conceptualización de la calidad de vida, siendo este el momento en el que se realizó uno de los mayores esfuerzos para la adopción de un modelo multidimensional universal realizado por la Organización Mundial de la Salud (WHOQOL Group, 1993). No obstante, otros grupos de trabajo, realizando una profunda sustentación teórica, pusieron de manifiesto la posibilidad de abordar la temática desde perspectivas diferentes (Felce & Perry, 1995). En las dos décadas siguientes se vivió un cambio interesante en el paradigma, en el que se buscó empezar a trabajar sobre la calidad de vida a pesar de no haber alcanzado un consenso universal, por lo que aunque la cantidad de artículos publicados sobre el tema continuó aumentando de manera dramática, la importancia de definir con claridad el objetivo de investigación se fue diluyendo lentamente. Esta nueva tendencia hacia el uso indiscriminado del término “calidad de vida” sin entrar a definir de manera concisa las características operativas del mismo, ha sido es en sí misma objeto de investigación (Gill & Feinstein, 1994). A pesar de que en la actualidad la conceptualización de la calidad de vida no ocupa un papel protagónico en la investigación, los frutos del trabajo de la comunidad científica son evidentes. Hoy en día, por ejemplo, el concepto multidimensional de la calidad de vida es indiscutible, así como la necesidad de abordarlo de manera multidisciplinaria. Esto ha dado lugar a la generación de grandes frentes de investigación por parte de distintas disciplinas, en las que, si bien se continúa evaluando de manera global el bienestar del individuo, se han desarrollado progresivamente distintos énfasis: la psicología se ha centrado en la dimensión emocional, la economía en la dimensión material, la antropología se centra en la dimensión social y la medicina en la dimensión física. Por su parte, en la investigación clínica el énfasis es tan claro que se ha acuñado el término “calidad de vida en salud” (Post, 2014). La investigación de la calidad de vida en salud nos ha llevado a entender la calidad de vida como un objetivo en sí mismo (Fernández-López, Fernández-Fidalgo, & Cieza, 2010), como un predictor de desenlaces (Kaplan & Ries, 2007)y como una guía a partir de la cual las entidades reguladoras y los gobiernos pueden diseñar políticas y asignar recursos (Botero de Mejía, 2007). Por estas razones, la evaluación de la calidad de vida en salud sigue siendo válida y necesaria en la investigación clínica. Instrumentos para la medición de la calidad de vida De la mano del desarrollo de nuevos conceptos en investigación, nace la necesidad de diseñar herramientas adecuadas para su estudio. Sin embargo, la evaluación de la calidad de vida presenta diferentes barreras debido a la falta de una definición universalmente aceptada, los diferentes enfoques posibles y el énfasis para establecerlas relaciones entre la calidad de vida y las diferentes variables de interés clínico. Por este motivo, en la actualidad contamos con infinidad de herramientas: algunas buscan hacer una evaluación global de la calidad de vida, otras tienen como objetivo evaluar el impacto de diferentes patologías específicas o sobre dimensiones particulares del concepto, otras buscan evaluar el impacto de las intervenciones y otras, incluso, buscan determinar cómo la percepción del individuo frente a su calidad de vida impacta en su disposición hacia la atención en salud. Es por esto que, a la hora de realizar nuevos proyectos de investigación, autores como Gill & Feinstein, (1994)resaltan la importancia de definir el objetivo de la investigación y mediante este, seleccionar las herramientas necesarias para hacer una evaluación lo más precisa posible que permita obtener resultados confiables. Es decir, establecer las características de la herramienta en función de los dominios evaluados, definir las propiedades psicométricas de la prueba y su validación. Las propiedades psicométricas están determinadas por la validez y confiabilidad medidas por medio de métodos estadísticos que nos permiten asegurar la calidad de los resultados obtenidos, con lo que la nueva información obtenida puede ser presentada a nivel de sociedades científicas (Souza et al., 2017). Por su parte, las características de una herramienta y los dominios sobre los cuales se centra, pueden definirse remitiéndose a los artículos que soportan su desarrollo. Determinar tempranamente estas características nos da la certeza de estar evaluando una variable determinada con la herramienta pensada para tal fin. Sin embargo, las herramientas pensadas para evaluar aspectos psicológicos de los pacientes suponen un desafío adicional ya que debemos asegurar que se está haciendo una evaluación precisa, esto implica tomar en cuenta el contexto social y cultural del paciente que está siendo evaluado (Cardona & Agudelo, 2005), es decir que, a diferencia de muchas medidas objetivas que pueden aplicarse a los pacientes independientemente de su raza, condición social o cultura, la evaluación subjetiva debe necesariamente ser validada en la población particular sobre la cual se pretende aplicar (Psm, 2013). Por esta razón, el proceso de validación, adaptación y traducción de herramientas para la medición de información aportada por el paciente cuenta con guías específicas que definen las buenas prácticas para su aplicación (Wild et al., 2005). Como consecuencia de la cantidad desproporcionada de material de investigación producida por los países del primer mundo, resulta interesante el interés de los grupos de epidemiología de países en desarrollo en revisar y generar guías de práctica para la adecuada validación de herramientas de medida (Bolarinwa, 2015). La importancia de la calidad de vida en el paciente anticoagulado Según la información del Observatorio de Salud Global de la Organización Mundial de la Salud, durante los últimos quince años la enfermedad cardiovascular ha sido la principal causa de mortalidad a nivel mundial. En 2016, dentro de las diez principales causas de muerte y enfermedad (DALYS), las dos primeras (enfermedad isquémica cardíaca y la enfermedad cerebrovascular) suman casi la misma cantidad de muertes que las restantes ocho causas. Dentro del grupo de pacientes con enfermedad isquémica cardíaca, falla cardíaca y enfermedad cerebrovascular, la enfermedad tromboembólica desempeña un papel fundamental siendo a la vez causa y efecto de muchos de los eventos determinantes de la morbi-mortalidad de estos pacientes. Es por esto que, los medicamentos utilizados para la terapia anticoagulante y antiagregante se encuentran dentro de los 100 medicamentos más frecuentemente prescritos por los médicos según datos norteamericanos (Fuentes, Pineda, & Venkata, 2018)y por tanto son objeto de investigación intensiva en diferentes niveles, dentro de los cuales se incluye la evaluación de la calidad de vida. Evaluar la calidad de vida del paciente anticoagulado resulta de particular importancia dado el perfil de seguridad de la mayoría de estos medicamentos y las características de dosificación y seguimiento de los dos medicamentos más antiguos y con mayor cantidad de evidencia disponibles: warfarina y heparinas.
EstadoFinalizado
Fecha de inicio/Fecha fin25/01/2124/07/22

Palabras clave

  • Anticoagulacion
  • Calidad de vida

Estado del Proyecto

  • Sin definir

Financiación de proyectos

  • Interna
  • Pontificia Universidad Javeriana