Detalles del proyecto
Descripción
Una buena parte de los documentos que se han usado o son susceptibles de usarse como fuentes para historias políticas y culturales en Colombia, podrían clasificarse como filosóficos. Estos documentos fueron reconocidos como tales en su tiempo y podrían esclarecerse las condiciones para saber cómo clasificarlos en la actualidad, pero curiosamente, no han sido trabajados como fuentes filosóficas. Acercarse a este tipo de documentos desde su naturaleza filosófica, implica superar varios obstáculos comunes a la historiografía de la filosofía nacional: o no se han usado porque, como en el caso de los manuscritos coloniales, se requieren conocimientos de Latín y paleografía; o se reducen a sus posibles usos estratégicos en debates religiosos o partidistas; o se miden con historias foráneas como la del pensamiento filosófico de algunos países de Europa occidental (lo que convencionalmente se identifica con el nombre de ¿la tradición filosófica¿); o se excluyen, como es el caso de los trabajos de Fernando González (1895-1964), Nicolás Gómez Dávila (1913-1994) y Estanislao Zuleta (1935-1990), quienes a pesar de no encajar en las formas profesionales de la actividad filosófica, ni en la historia de la profesionalización del oficio son, paradójicamente, los tres filósofos colombianos más traducidos y con mayor reconocimiento nacional e internacional en tanto que filósofos. Ello se debe, en buena medida, a que las narraciones con que se organizan estos documentos los presentan como filosóficamente deficitarios, sea porque valían en el marco de un proyecto religioso (como en el caso de la filosofía colonial), sea porque servían a partidos políticos (como en el caso de la filosofía del XIX), sea porque no alcanzaban los estándares fijados en otras latitudes (como para la filosofía del siglo XX). Hace falta pues encontrar un relato que pueda ordenar la producción filosófica nacional desde el punto de vista de un valor filosófico que, no solo responda al canon de la historia de la filosofía colombiana hecho hasta ahora al modo de una ¿historia de las ideas¿, sino para recuperar su uso filosófico en otros tipos de historia, como las de los partidos políticos, del derecho, de la educación, del libro, de las prácticas culturales en general¿ Por lo anterior, aquí se propone volver sobre estos textos a partir de su condición propia, es decir, de textos de filosofía impresos para un público y con una finalidad relativos a su contexto. Con ello se espera, no solo reevaluar lo que se ha dicho hasta ahora de esa producción escrita, sino reescribir una historia de la filosofía local, que ofrezca una visión de conjunto de la filosofía colombiana, enfatizando en la producción escrita impresa y desde allí estableciendo las condiciones de un nuevo relato de este oficio, renovando, de este modo, las bases de dicha historia. Un trabajo así permitiría también, abrir nuevas interpretaciones de documentos ampliamente usados para hacer la historia de Colombia, es decir, permitiría revalorar algunas de las tesis tradicionales sobre las que se escriben las historias sociales y políticas que tienen como soporte los textos filosóficos producidos en el actual territorio colombiano. Asimismo, abriría los centros de documentación a nuevas búsquedas pues se da acceso, desde otro ángulo, a muchos de los documentos olvidados en las bibliotecas del país. Por último, negativamente, esta historia sería la primera entre muchas que buscarían liberarnos de los relatos pesados que definen tanto el oficio académico como las narraciones de autocomprensión de nosotros mismos; positivamente, ayudaría en la organización de las bases que nos permitan pensarnos no solo como académicos sino como parte de un nuevo tipo de comunidades en torno a la escritura (editores, libreros, escritores) y como miembros diversos en el marco de lo nacional con una historia que produce reflexiones propias atadas a las necesidades del país. Son muy pocos los antecedentes de un trabajo como el que aquí se propone. Las historias panorámicas de la filosofía en Colombia ¿como historias de las ideas¿ se pueden contar con los dedos de las manos y, en lugar de superar, profundizan los problemas del acceso a las fuentes señalados atrás. El otro punto ciego de estas historias es que consideran ¿la filosofía¿ como una entidad que hubiese permanecido siempre idéntica a sí misma, cuando su autodefinición como tipo de conocimiento ha dependido de distintos regímenes de saber. Por ello preferiríamos, provisionalmente, hablar más bien de ¿lo filosófico¿. Una de estas primeras historias es tal vez, La filosofía en Colombia (1933), conferencia dictada por Cayetano Betancur (uno de los primeros profesores de filosofía del Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia). El texto identifica los rasgos propios de la filosofía en Colombia a partir del señalamiento de algunos pensadores locales y sus relaciones con la producción filosófica europea. Betancur, sin embargo, no pretendía ofrecer una sistematización depurada del pasado de la producción filosófica colombiana. Pretensión que sí tuvo la compilación de textos con el mismo título de la conferencia de Betancur ya referida, que se publicó en 1988 por la editorial El búho con el subtítulo de Historia de las ideas (Marquínez Argote 2001) e inspirada en el proyecto de la filosofía latinoamericana que el Grupo de Bogotá había promovido desde las décadas de los años setenta y ochenta desde la Universidad Santo Tomás de Aquino. Este texto, además de proponer una lectura sistemática y su comparación con la historia de la producción filosófica de algunos países de Europa occidental, empleó de un modo muy general las herramientas de la historia de las ideas. Otro texto que intenta hacer un panorama de la historia de la filosofía en el actual territorio colombiano es el ya clásico de Rubén Jaramillo Vélez, Colombia: la modernidad postergada (1998) publicado originalmente en 1994 por la editorial Temis. Este libro, a pesar del marcado interés de Jaramillo Vélez por la filosofía alemana ¿la más importante en el medio filosófico colombiano entre los años cuarenta y setenta del siglo XX¿, se ocupa menos de trazar relaciones entre los escritos locales y la historia del pensamiento filosófico de la ¿tradición filosófica¿, que de combinar la actividad intelectual local con las confrontaciones partidistas, el desarrollo económico nacional y el factor de la violencia en la historia de Colombia. Se trata de un intento de articulación de la historia de la producción escrita en Colombia con una versión, más bien simplificada de la historia social y política del país en una organización no cronológica sino temática. En esta línea, y con más precisiones que nuevos desarrollos en relación con el texto de Jaramillo Vélez, se encuentra el libro La filosofía en Colombia. Modernidad y conflicto (Rodríguez Valbuena 2003). En la década que corre se publicó un trabajo que resume bien lo que se ha hecho hasta la fecha en el campo de la historia de la filosofía en Colombia. El trabajo se titula Estudios sobre el pensamiento colombiano (Pachón Soto 2011). Atado aún la lógica simplista de la historia de las ideas de los años ochenta que también replicó Jaramillo Vélez, elabora, en la primera de sus dos partes, una historia del pensamiento filosófico colombiano, desde los días de la Colonia hasta la fecha. El objetivo del trabajo es vincular corrientes académicas foráneas con los autores y las obras producidas en el marco de la nación. Este trabajo reproduce una periodización de canónica de cuatro grandes momentos: Colonia, Ilustración, siglo XIX y modernidad, a la que suma algunos ¿puntos de tránsito¿ entre estos grandes momentos, lo que resulta en quince etapas del pensamiento filosófico en Colombia. La segunda parte es una serie de estudios monográficos sobre autores colombianos ordenados cronológicamente. Hace falta pues una historia de la filosofía que no solo supere los obstáculos de lectura filosófica de la producción escrita de filosofía en Colombia, sino que afine sus procedimientos historiográficos. Esto es, que comprenda históricamente la actividad filosófica, que dinamice el modo en que traza las relaciones de esta actividad con la vida cultural en particular y en general con su contexto, que se soporte en un sólido trabajo de archivo y, sobre todo, que haga lecturas intensas de la producción local de filosofía. Con claridad acerca de estos procedimientos, este proyecto se propone superar los problemas señalados atrás y llevar a cabo una serie de estudios monográficos de la mano de investigadores experimentados en el tratamiento de los documentos filosóficos producidos en el actual territorio colombiano.
Estado | Finalizado |
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Fecha de inicio/Fecha fin | 15/01/19 → 14/07/22 |
Financiación de proyectos
- Interna
- Vicerrectoría de Investigación
- PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA