Detalles del proyecto
Descripción
¿El proceso de reproducción social se realiza, y se sigue realizando, fundamentalmente en la unidad doméstica. En este proceso los nuevos individuos se van incorporando a la sociedad a medida que van recibiendo conocimientos, adiestramientos, hábitos, ideas, y todo lo que constituye el capital social propio de su sociedad¿. (San román, 2003, p. 72) Toda especie tiende a perdurar, permanecer y extenderse en el tiempo, la humana también lo ha hecho, a este proceso se le llama reproducción, que es biológica cuando se refiere al reemplazo de la población por la unión sexual de dos miembros de la misma especie. En todo caso, aún la reproducción sexual tiene connotaciones sociales. Es decir, no hay nada en la reproducción de la especie que no sea social y cambiante. Ahora bien, la reproducción social de la especie ha implicado también la reproducción simbólica y emocional, la reproducción de lo que la sociedad considera valioso y de las formas de evaluar, juzgar y actuar frente a los demás. Por siglos, la forma predominante de reproducción social ha sido la pareja y su prole. La especie humana tarda más que las demás en hacerse independiente para buscar alimento y garantizar su subsistencia, hecho biológico que propició la prolongación del vínculo de dependencia por varios años e incluso por décadas. Precisamente por ser social el tipo de naturaleza humana, la preparación ara el mundo del trabajo se ha prolongado y este hecho ha extendido la dependencia de la cría respecto de la pareja que le dio vida. Hoy en la ley de Colombia llega hasta los 25 años de edad. A esa forma de reproducción de la especie se le llamó familia y dio la pauta para organizar las instituciones de educación, seguridad social, apartes del derecho civil y también del penal. Lo novedoso en el mundo contemporáneo es que los divorcios han aumentado, de manera significativa desde 1991, hecho que sin duda ha modificado las formas de crianza y de educación emocional de los niños y niñas, este cambio también interpela a las tradicionales formas institucionales de protección de la niñez y la juventud. Colombia ha presentado un aumento de la separación conyugal en los últimos 50 años, en 2015 la tasa de disolución fue de 411 por mil uniones. Ruiz afirma que en 1951 el porcentaje de mujeres separadas representaban el 2,7% , en 2015 el 34% había vivido alguna separación. (Ruiz, 2018, p. 50- 57) En Colombia, los divorcios aumentaron un 39% desde 2014 y de acuerdo con los reportes de la Superintendencia de Notariado y Registro (2018) por cada tres matrimonios civiles hay un divorcio. Las cifras en Bogotá son también muy importantes a este respecto, en el año 2016 el 48% de los matrimonios civiles y religiosos terminaban en un divorcio. En un porcentaje cercano al 74% las familias que optan por el divorcio tienen entre uno y tres hijos en promedio. Por otro lado, las cifras reportadas por Departamento Nacional de Estadística (DANE) en el 2015 muestran que cerca del 40% de los miembros de una familia divorciada, vuelve a establecer un nuevo vínculo conyugal o familiar en los siguientes dos años de su ruptura. Ahora bien, este fenómeno no se presenta solamente en Colombia. La tasa de separaciones y divorcios se ha venido incrementando de manera importante en los últimos 30 años en la gran mayoría de las culturas. En la actualidad se estima que alrededor del 20% de las personas menores de 35 años ha experimentado una experiencia de divorcio (Kreider & Ellis, 2015) y en algunos países como Estados Unidos, la tasa de separaciones llega al 40% de los matrimonios reconocidos (Kennedy & Ruggles, 2014). Ante el hecho creciente de las separaciones y la reducción del tiempo de la vida matrimonial con respecto a las décadas anteriores, es pertinente indagar por los posibles cambios acontecidos en la organización de supervivencia y en la resignificación de los vínculos parentales. Los estudios sobre nupcialidad y familia se han centrado en las formas de vínculo, duración, frecuencia de ruptura y recomposición, la ruptura marital y las vicisitudes propias de su ruptura y sus consecuencias, sobre todo, para la mujer. En cambio, la observación del momento posterior a la ruptura, la creación de nuevas familias o la reconfiguración de la primera es menos frecuente. De hecho, para Zamudio y Rubiano (1994) los estudios sobre la vida familiar en Colombia son casi inexistentes o lo eran para la fecha de su publicación, en todo caso son aún muy escasos y menos frecuente es hacer la mirada a la familia de origen y a las sucesivas familias que acogen a los hijos de la primera unión. En últimas, es necesario empezar a comprender los cambios en la organización de la crianza y sus posibles implicaciones para la gestión social de la seguridad social y las leyes relacionadas con la familia y los hijos. Aunque hay estadísticas oficiales sobre el estado civil de las personas, son muy escasos los estudios que evalúan las transformaciones que los divorcios y las nuevas uniones tienen sobre cada miembro y sobre las relaciones entre ellos. En psicología, gran parte de la literatura en estudios de familias se ha concentrado en evaluar el impacto del divorcio en la salud física, psicológica y en el bienestar, de los individuos debido a que es bien sabido que la experiencia de divorcio resulta ser uno de los eventos más estresantes en la vida de las personas. (Amato, 2010; Hetherington & Kelly, 2001). Al respecto, hay dos posturas. Una según la cual, hay evidencia empírica acerca de que los adultos y los hijos son resilientes y típicamente se recuperan muy bien al final de un matrimonio en disolución. Esta posición contrasta fuertemente con otras evidencias de efectos adversos en la salud física y mental debido al riesgo asociado a un divorcio (Kelly & Emery, 2003; Sbarra, Hasselmo, & Bourassa, 2015). La otra dimensión importante para considerar en este estudio es la reconstitución de las familias, es decir, la conformación de nuevas familias posterior al divorcio. En sociología se utiliza el concepto de familia sucesiva para enfatizar la configuración de nuevas realidades sociales y la conformación de una red social cada vez más amplia, que integra miembros distintos de familias políticas. (Zamudio-Cardenas, 1998). Alrededor de las familias sucesivas y reconstituidas existen una serie de prejuicios que la investigación ha venido ayudando a aclarar, por ejemplo, que la familia sucesiva se integra rápidamente, o que mantiene las mismas condiciones del primer matrimonio, o que estas formas de familias generan un daño permanente en los hijos y que no se logra una convivencia armónica entre los hermanastros de la nueva familia (González Montoya & González Villena, 2005). A ojos vista, pareciera que gran parte de la escasa literatura en psicología y en ciencias sociales vieran solamente algunos cambios que están ocurriendo en las familias, los que están del lado del dolor y la frustración. Hay otros cambios que son a los que este proyecto quiere prestar especial atención, la ampliación de las redes de vínculos entre hijos y cuidadores y la diversificación afectiva. Por supuesto, tendremos que avizorar sus implicaciones en las instituciones de la protección social, la educación y las normas jurídicas de lo civil y penal. Por ahora, los estudios europeos citados por Beck-Gernsheim (2003) indican que ¿la separación de los padres va generando un efecto de aprendizaje de índole individualista, cosa que, en la sucesión generacional, llevará luego a otras separaciones¿ (p. 65). De hecho, la autora lanza una hipótesis para su contexto, según la cual el proceso creciente de individuación afecta a la familia, la crianza, las relaciones de parentesco. En todo caso no estaríamos ante el final de la familia sino ante nuevas formas de familia que aún no conocemos. (p. 24) En Colombia, como ya se dijo en otro lugar, existe muy poca evidencia que permita tener una clara comprensión de lo que ocurre con este creciente fenómeno en la constitución de las familias porque los estudios sobre nupcialidad, divorcio y reconstitución se han centrado en el análisis estadístico y porque sobre los hijos no hay estudios, hay una gran reducción en la psicología, como lo mencionamos arriba, a los estudios sobre los efectos patológicos o a la resiliencia, mientras que en las ciencias sociales el tratamiento ha sido estrictamente jurídico: garantía de derechos y custodia. Nos proponemos entonces aportar con algunos indicios, dado el carácter exploratorio del estudio sobre los cambios en la organización de la crianza y la manutención, así como en la diversidad afectiva entre hijos y cuidadores de las familias sucesivas. La metodología propone recuperar o más bien dar lugar a las voces de los hijos y las hijas que han vivido esta experiencia en dos décadas en Bogotá (1964-1974; 1984-1994). Las dos décadas escogidas dan cuenta de dos momentos de la duración de las uniones conyugales en Colombia, antes de 1991 y después de 1991, claramente descrita en los párrafos iniciales. Dar voz a los hijos e hijas es otra novedad en el tema y es un aporte a los estudios sobre relaciones de parentesco, por cuanto no se han realizado estudios desde la mirada de los hijos.
Estado | Finalizado |
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Fecha de inicio/Fecha fin | 16/03/20 → 15/09/23 |
Financiación de proyectos
- Interna
- PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA