Detalles del proyecto
Descripción
Planteamiento del problema: Aunque Liz no supo cómo responder a nuestras preguntas sobre qué haría luego de graduarse del primer Bachillerato Técnico en Energías Renovables de Colombia en Puerto Carreño, sí nos recordó vívidamente cómo en una clase habló de la lucha de su familia tras la invasión de una plantación de eucaliptos australianos dentro del resguardo indígena donde nació. Estas plantaciones se han expandido en la Orinoquía durante los últimos veinte años, debido a la implementación de proyectos de compensación del mercado de carbono. Sin embargo, desde 2021, este tipo de plantaciones comenzaron a suministrar la madera necesaria para que la primera planta eléctrica de biomasa del país, financiada por capital privado, genere la energía que requiere la ciudad de Puerto Carreño. Al igual que muchos otros de sus compañeros, Liz emigró a esta ciudad por su interés en continuar estudiando y por la ausencia de una oferta educativa secundaria en la gran mayoría del área rural del Vichada. Su experiencia de vida y sus proyecciones laborales están ahora atravesadas por las expectativas de la transición energética y la profundización de los conflictos socioambientales asociados a las plantaciones. Carlos trabajó cortando madera en una de estas plantaciones por muchos años, hasta que el año pasado fue despedido sin justa causa. Antes de trabajar en la plantación, muchos campesinos en su pueblo vivían principalmente del ganado y del cultivo de plátano y yuca. Sin embargo, con la expansión y la utilización de cercas y cortafuegos para la protección de las plantaciones, muchos se han quedado sin espacio para el pastoreo y la siembra. Ahora la mayoría trabaja en las compañías “reforestadoras” aserrando y cuidando clones de eucalipto. Sin entender por qué fue despedido, Carlos ahora ve que las plantaciones contratan mano de obra migrante de Venezuela y extraen madera para la planta de biomasa mientras continúa extendiéndose por las sabanas y morichales. Este proyecto investiga cómo se están transformando las vidas de personas como Liz y Carlos en una región dónde las relaciones de trabajo y la producción de valor giran cada vez más en torno a la adopción de energías renovables y, en particular, a la denominada bioenergía. A nivel mundial, cada vez hay un mayor consenso sobre la importancia de reducir emisiones de carbono. La transición energética y la mitigación del cambio climático tienden a justificarse como medidas para salvaguardar el futuro de las poblaciones más jóvenes y como una oportunidad para generar más y “mejores” empleos encaminados al crecimiento “verde”. Sin embargo, para trabajadores rurales y comunidades indígenas y campesinas, dicha transición implica una reorganización de sus espacialidades, vidas cotidianas y subjetividades que las ciencias sociales no han abordado lo suficiente. Este proyecto busca contribuir a llenar ese vacío. A lo largo de siete meses de investigación etnográfica y de archivo con funcionarios estatales, trabajadores rurales y jóvenes estudiantes en Puerto Carreño, analizaremos cómo la adopción de la bioenergía, en tanto estrategia de descarbonización y soberanía energética, transforma el trabajo y la producción de valor. La combustión de biomasa para calefacción se ha practicado históricamente en todo el mundo. Pero ahora, la preocupación por la acumulación de emisiones de carbono en la atmósfera y la diversificación de diferentes mecanismos de financiación como los subsidios forestales y mercados de carbono están incentivando la siembra y combustión de árboles para secuestrar y reducir emisiones y generar bioelectricidad en lugares con un alto potencial de producción de biomasa. Muchos de estos lugares están ubicados en el Sur Global, en regiones de frontera donde la bioenergía es proyectada como un medio para propiciar el desarrollo económico. Puerto Carreño no ha estado conectado al sistema de energía nacional. Desde el año 2002 su energía eléctrica provenía de Venezuela. No obstante, a partir del 2015, los cortes de energía en el vecino país, las disputas geopolíticas y los problemas para la realización de pagos en ambos países resultaron en la intermitencia en el fluido eléctrico. En esa medida, se esperaba que la planta de biomasa inaugurada en 2021 arreglara esta situación, asegurando “soberanía energética” para la ciudad y la región. Sin embargo, los problemas de infraestructura y el enorme reto logístico de conectar la economía forestal con la generación de energía han tendido a empeorar los constantes cortes de luz y han subido significativamente los precios en la factura de energía. Más allá de las fallas en el servicio, la construcción de la planta, la expansión de la economía forestal y la adopción de energías limpias han generado enormes expectativas en las vidas de jóvenes, trabajadores rurales y técnicos. Expectativas que no se han cumplido del todo. A pesar de que las y los jóvenes están expuestos a ideas sobre los beneficios de la energía renovable y la formación en educación técnica para trabajos “verdes”, ninguno de los egresados del Bachillerato Técnico en Energías Renovables (inaugurado en 2016) ha encontrado trabajo en la planta de biomasa. La mayoría de estos puestos han sido ocupados por profesionales traídos desde Bogotá. En cambio, muchos graduados se han incorporado a las empresas de las plantaciones. Recientemente algunos se han unido a los bomberos para ayudar a extinguir los incendios forestales estacionales, ahora exacerbados por la madera altamente inflamable de los eucaliptos, y cuyas emisiones ya han generado alertas en Bogotá. Además, si bien muchos campesinos y colonos han encontrado trabajo en las plantaciones, estos puestos pueden llegar a ser precarios e inestables. A menudo implican varias semanas de estadía en campamentos, lejos de sus familias, lo cual conlleva una transformación en la cotidianeidad y la reproducción social. Aunque la economía forestal es valorada por crear trabajos, queda por preguntar qué tipo de trabajos, qué tan justos son y cómo se despliegan los cambios en las formas de trabajo hacia la estructura vertical de una plantación. En este sentido, nos preguntamos por cómo diversos trabajadores, y en particular los jóvenes formados en estos modelos vanguardistas, experimentan y cuestionan la dirección de los procesos de creación de futuro en materia de energía, educación y trabajos “verdes”. Para abordar esta pregunta es necesario indagar no sólo por las políticas educativas y energéticas, sino por cómo toda una nueva generación está negociando la actualización de las dinámicas extractivas y formulando sus propios proyectos de vida. Por lo tanto, al examinar las decisiones laborales y económicas de los jóvenes trabajadores, veremos cómo la transición a energías bajas en carbono trae consigo un nuevo conjunto de relaciones económicas que se negocian y cuestionan en decisiones y acciones cotidianas, que además están atravesadas por diferencias étnico-raciales y de género, y no sólo en términos de clase.
Estado | No iniciado |
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Palabras clave
- Despojo
- Educación rural
- Trabajo
- Transición energética
Estado del Proyecto
- En Ejecución
Financiación de proyectos
- Interna
- Pontificia Universidad Javeriana