Sistematización de experiencias sobre prácticas pedagógicas en la supervisión clínica de casos de violencia intrafamiliar

Proyecto: Investigación

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Descripción

La presente investigación busca analizar experiencias significativas en el contexto de supervisión de la formación de psicólogos clínicos, para el abordaje de casos de violencia intrafamiliar (en adelante, VIF). Lo anterior, con el objetivo de producir conocimiento desde la práctica, que derive en la cualificación de los procesos de formación de los psicólogos clínicos, así como en prácticas éticas y eficientes de supervisión en donde el docente pueda responder a las necesidades del supervisado y del caso de una manera estructurada. La supervisión clínica es una actividad central en el aprendizaje de la labor psicoterapéutica, un componente de la mayoría de los programas de formación terapéutica y una práctica relevante de fortalecimiento de terapeutas formados. Se entiende como una actividad pedagógica que requiere de la integración de conocimientos teóricos y prácticos para promover la inspección técnica del trabajo realizado por uno o varios terapeutas supervisados, en torno a los objetivos establecidos y a los métodos y estrategias utilizadas para cumplirlos (Loubat, 2005). La supervisión clínica tiene el carácter de una especialidad, en términos de que es posible elegir ser supervisor, capacitarse para ello y encontrar material bibliográfico específico. Esto, vinculado a la esencia pedagógica de la supervisión, implica que no basta con ser un buen psicoterapeuta para ser un buen supervisor (Daskal, 2008). Trabajos como los de Loubat (2005), Daskal (2008), Bastidas y Velásquez (2016) y el de Fernández y Barrantes (2017) han indagado sobre las premisas, principios y modelos de supervisión. Otras investigaciones han estudiado las premisas y metodologías de enfoques de supervisión particulares; se destacan las de Tarragona (1999), Hernández (2007), Sutherland, Fine y Ashbourne (2013), Zohn y Valencia (2013), MacKay y Brown (2014), Alfonsson, Parling, Spännargård, Andersson, y Lundgren (2018) y Lewis, Scott y Hendricks (2014). En términos generales, los objetivos de la supervisión en el contexto de la formación son: mejorar y ampliar el conocimiento del terapeuta en formación en áreas específicas de su trabajo; reducir sus distorsiones cognitivas, y al mismo tiempo ampliar sus marcos de referencia; reflexionar acerca de las creencias y significados respecto a sí mismo, el cambio, y la psicoterapia; mejorar sus habilidades como terapeuta y ayudar al terapeuta en el manejo de casos (Des Champs, 2001). En la actualidad, la supervisión clínica como práctica pedagógica está instalada en la literatura científica como temática de interés en torno a los siguientes aspectos: 1) los modelos pedagógicos más útiles, 2) la identificación de las necesidades de aprendizaje de los terapeutas en formación, 3) la identificación de las competencias más relevantes a desarrollar, 4) la identificación del rol del terapeuta en distintos momentos del proceso terapéutico, y 5) el entrenamiento en distintos escenarios de evaluación e intervención. Si bien es cierto que en es creciente el interés con respecto a la supervisión (Mason et al., 2002; Rhodes et al., 2008), no se encuentran muchos referentes que vinculen de manera explícita y detallada a la supervisión clínica con la VIF. Esto contrasta con el hecho de que la intervención psicoterapéutica en casos de VIF ha sido una problemática ampliamente investigada, tanto en relación con los marcos teóricos para su comprensión como en la formulación de propuestas de intervención. Es decir, se ha problematizado e investigado sobre cómo intervenir terapéuticamente en este tipo de casos, pero no sobre la incorporación de estas comprensiones y prácticas en la supervisión. Resulta importante tener presente que en Colombia la VIF es el tercer delito que más se comete, después del hurto y de las lesiones personales. Según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2016; 2017; 2018; 2019), para el período comprendido entre los años 2015 y 2018 se presentaron en Colombia un total de 109.641 casos. En la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015 (Ministerio de Salud & Colciencias, 2015) se establece que estar expuesto a cualquier tipo de violencia aumenta el riesgo de experimentar afectaciones en la salud mental vinculadas con el trastorno de estrés postraumático, el trastorno depresivo y el consumo de sustancias psicoactivas. Así mismo, la encuesta considera que las múltiples formas de violencia (autoinfligida, interpersonal y colectiva) configuran un problema de salud pública pues producen altos niveles de mortalidad y morbilidad, demandan un elevado costo en la atención médica, afectan a la víctima y a su grupo de referencia a nivel económico, social y psicológico, influyen de manera negativa en el desarrollo del país y perturban la cotidianidad y el bienestar comunitario. Entre los factores de riesgo más relevantes para la salud mental, Hernández, Méndez y Soto (2011) destacan las relaciones estresantes en la familia. Además destacan que entre las poblaciones con mayor riesgo de sufrir afectaciones en su salud mental están las mujeres, los niños, los adolescentes y los adultos mayores que han sido objeto de abusos y de deprivaciones afectivas. Estos datos son coherentes con los aportados por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2016; 2017; 2018; 2019) con respecto a las víctimas más usuales de VIF y muestran el vínculo que esta experiencia tiene con la salud mental. El entrenamiento de los psicoterapeutas en los espacios de formación y supervisión redundaría en un mejor abordaje de los casos clínicos por parte de ellos en la detección, intervención con las víctimas y victimarios, así como en la prevención de nuevos hechos. La relevancia de ampliar la investigación en este campo se soporta en tres argumentos: la relevancia disciplinar, la relevancia investigativa y la relevancia social. A nivel disciplinar se debe considerar que, así como la VIF requiere de abordajes terapéuticos particulares, la supervisión de casos de VIF también requiere considerar las necesidades específicas que implican los casos y que se transmiten al espacio de supervisión. La psicología clínica ha realizado un énfasis importante en la prevención y atención de casos de VIF, dada la especialidad que este tipo de casos requiere en términos de ¿conocimientos, habilidades, aptitudes y actitudes necesarias para realizar la tarea clínica psicoterapéutica¿ (Loubat, 2005 p. 76). Por tanto, es importante que terapeutas y supervisores cuenten con elementos de reflexión y de acción que sean particulares a los contextos y problemáticas abordadas. En este sentido, si la supervisión es un proceso de diálogo enfocado en revisar, reflexionar y realizar cambios con respecto al ejercicio profesional del terapeuta (Zohn-Muldoon y Valencia-Vega, 2013), la supervisión de casos de VIF debe ser un proceso reflexivo y propositivo sensible a las particularidades de los consultantes que experimentan la violencia, así como informado por los desarrollos teóricos y prácticos de los terapeutas y supervisores que se han desempeñado en dicho contexto. Esta necesidad disciplinar de proponer abordajes especializados es coherente con una de las finalidades básicas de un espacio de supervisión, la cual es contribuir a la movilización de los recursos del terapeuta en función del cumplimiento de los objetivos terapéuticos. Por ejemplo, si el objetivo es prevenir la aparición de nuevos episodios de violencia en la familia, el supervisor debe ser sensible a las dinámicas comunicativas y relacionales de las familias que experimentan VIF, para así acompañar al terapeuta supervisado a interrumpir las pautas violentas. En este sentido, el supervisor debe contar con referentes claros acerca de la VIF, para por ejemplo, tener presente que en estos casos es frecuente que el terapeuta no vea que no ve la violencia (funcionamiento doble-ciego); retroalimente círculos de desequilibrio de poder; y tenga dificultad para interrumpir conversaciones que contribuyen a que los agresores evadan su responsabilidad frente a los hechos (Ravazzola 1997). A nivel disciplinar se debe entender entonces que la supervisión implica un proceso isomórfico en el que se reproducen dinámicas del escenario terapéutico. En esta necesidad de desarrollar referentes teóricos y prácticos que especialicen las prácticas de supervisión se hace evidente la relevancia investigativa de este estudio. Esto considerando que aun cuando la investigación en torno a la supervisión clínica ha aumentado significativamente, aún se requieren mayores desarrollos para fortalecer los modelos de enseñanza y evitar que el ejercicio de supervisión se realice desde premisas y prácticas fundamentalmente intuitivas. Teniendo en cuenta que los terapeutas ven lo que sus puntos de vista les permite ver (Fruggeri, 1996), se requiere que en la supervisión se creen estrategias para conocer los mapas cognitivos desde los cuales el terapeuta están comprendiendo el caso de VIF, comprender emocionalmente qué le genera el caso, las pautas de relación y narrativas de los consultantes. Esto considerando los planteamientos de Garciandía y Samper (2005), quienes refieren que ¿las emociones vividas y las comprensiones que surgen en el interior del terapeuta se convierten en preguntas y comentarios que acercan o distancian a los participantes en su búsqueda de alternativas¿. De ahí que es importante que el terapeuta reflexione con respecto a las decisiones y acciones que asume en terapia, desde dónde las toma y qué efecto tiene en los consultantes, en el proceso terapéutico y en las dinámicas que mantienen la violencia. Para esto es importante reflexionar sobre las acciones del terapeuta que pueden alimentar la dinámica de violencia, y las formas sutiles en las que el profesional con el ánimo de eliminar la violencia pueda ejercerla de forma sutil, por ejemplo a través de la descalificación o asumiendo como dice Cárdenas (1999) un lugar de poder y dominación en
EstadoFinalizado
Fecha de inicio/Fecha fin20/01/2219/11/22

Financiación de proyectos

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  • PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA