La fe y el lenguaje religioso en Juan Luis Segundo. Aportes para la reflexión de la teología fundamental.

Proyecto: Investigación

Detalles del proyecto

Descripción

A partir de la década de los años sesenta del siglo XX, la Teología de la Liberación en América Latina, se constituyó en una propuesta crítica y de acción profética frente a la desigualdad y la pobreza en el continente. Esta teología incursionó con fuerza en ámbitos sociales, educativos, políticos y culturales. Organizaciones no gubernamentales y grupos de orientación católica y religiosa comenzaron a unificar un lenguaje en torno a la justicia social como anuncio evangélico, capaz de denunciar los mecanismos de exclusión, marginación y pobreza. La radicalidad con la cual se presentaban los argumentos de la teología de la liberación y las fuertes denuncias a los sistemas capitalistas llevó a desconfiar de quienes elaboraban esta teología. De esta manera muchos de los teólogos latinoamericanos fueron vistos como una amenaza, no solo para la teología eurocentrista, sino también para los sistemas de gobierno de diversos países en la región. JL Segundo ha sido uno de los teólogos duramente criticado no solo por quienes desconfiaban de la teología de la liberación, sino también por teólogos latinoamericanos quienes lo consideraron un teólogo elitista con una formación académica europea y con un discurso teológico distante de las bases primarias de la teología latinoamericana. Su pretensión era la de librar a la teología de un sistema de ideologías nada liberadoras, sino más bien opresoras de las personas en nombre de un lenguaje religioso . Lejos de los discursos ideológicos que se convierten en doctrinas fundamentalistas, JL Segundo, desafió las convenciones sociales, políticas y religiosas de su tiempo. Cuestionó las suposiciones clasistas, dualistas y aristocráticas sobre el ser humano, para abrir paso, desde una concepción religiosa y bíblico-teológica, a la unidad esencial de la persona, a su integridad e integralidad, frente a otras consideraciones de índole ideológica, política o económica. Para JL Segundo, en América Latina, se había justificado la teología de la liberación, pero no se había hecho una teología liberadora, sus críticas más fuertes giraban en torno a la fundamentación epistemológica, como lo demuestra su libro, Liberación de la Teología, allí él se pregunta: ¿¿Qué quedará, de aquí en un tiempo, de la teología de la liberación? No por pesimismo, como si esta teología hubiera sido una moda superficial y efímera (¿) tal vez haya llegado la hora de la epistemología, es decir, de analizar, más que el contenido, el método de la teología latinoamericana y su relación con la liberación¿. La teología de JL Segundo no ha sido tenida en cuenta en los contextos académicos universitarios , poco sabemos de sus aportes al campo de la Teología fundamental cuando replantea el problema de la articulación entre fe y lenguaje religioso. A diferencia de otros teólogos contemporáneos centrados en los problemas entre fe y política o entre fe y método teológico, JL Segundo sin perder la dimensión política de la teología latinoamericana, hace un llamado permanente para que las urgencias de esta dimensión no obscurezcan las prioridades de una reflexión crítica sobre el impacto del evangelio en la vida cotidiana de los creyentes, quienes lo expresan en el lenguaje religioso de su fe . El autor ofrece en su obra claves de comprensión para vivir una vida religiosa diferente y pone al ser humano frente a preguntas tales como: ¿¿qué contenido adquiriría mi vida si decidiera hoy hacerme cristiano? ¿Qué dimensiones nuevas se abrirían en mi existencia?¿ . Ahora bien, en la historia de la teología fundamental, encontramos que su discurso se ha visto enriquecido por el aporte de la reflexión teológica que se ha dado en distintos momentos de la historia. De esta manera, la apologética, así llamada `tradicional¿ o `clásica¿, tuvo su origen, no en una reflexión sobre el objeto propio de la teología o de su estatuto epistemológico, sino en varias necesidades históricas, casi todas ellas en el contexto de la confrontación: (a) contra los que rechazaban la necesidad de una religión y por ende la existencia de un ser trascendente, se hacía necesario `demostrar¿ que el ser humano ya era un ser religioso `por naturaleza¿ y que a partir de esa naturaleza podría accederse a la afirmación de Dios (contra el ateísmo); (b) contra los que aceptaban este tipo de `teología natural¿, pero rechazaban la validez universal de afirmaciones de tipo histórico, se hacía necesario `demostrar¿ que en Jesucristo y en su historia era el mismo Dios quien se revelaba (contra el deísmo); (c) y contra los que, aun aceptando la validez universal de Cristo, rechazaban la necesidad de mediaciones `objetivas¿, se hacía necesario `demostrar¿ que la Iglesia Católica era la mediación deseada por Jesucristo para la comunicación de la salvación (contra el protestantismo). En el contexto actual, después de la renovación impulsada por el Vaticano II, y del auge de movimientos ecuménicos e interreligiosos; de la renovación de los métodos exegéticos y de los estudios bíblicos e histórico-eclesiales; de los giros antropológicos y lingüísticos, y en un contexto de imperante confrontación, ya no podemos seguir conduciendo el discurso teológico en términos de refutación y confrontación, sino en términos de aportes que provienen en la experiencia de fe vivida y celebrada en cada contexto. En este sentido, JL Segundo presenta una reflexión en torno a la fe y el lenguaje religioso, como categorías ¿adecuadas, en armonías con el lenguaje humano que ayudan a esclarecer la pregunta por la fe, (¿) la fe puede estar mejor expresada cuando se usan términos como confianza y religión. La confianza pertenece a los momentos vitales fundamentales y básicos de toda vida humana¿, así la fe permea cada estructura significativa de la existencia del ser humano. En este contexto la fe es una fe antropológica, pero que, en muchos casos, según el autor llega a ser sustituida por la palabra religión, en tanto que, la religión es ¿un sistema de símbolos que ayuda a establecer los estados del alma y las motivaciones poderosas, ubicuas y permanentes de los hombres¿. La fe antropológica, según el autor, no puede quedar reducida a una mera comprensión de confianza en el ser humano, al contrario, debe tener en cuenta su dimensión religiosa, la ¿verdad revelada por Dios, que en esa medida es verdad absoluta¿. Esa fe revelada por Dios ¿debe ponerse al servicio de los problemas históricos y de su solución¿. El lenguaje religioso, por su lado, según J. L. Segundo debe tener en cuenta la religión y el orden social. Ya en el Antiguo Testamento, encontramos ejemplos de un lenguaje religioso permeado de códigos de comportamientos elevados a la categoría de Palabra de Dios. En el libro del éxodo asoman unas relaciones entre fines y medios, se prohíbe matar y, en otras ocasiones, Dios mismo da la orden de matar para preservar los mandatos. Para el autor, varios teólogos latinoamericanos privilegiaron, en su hermenéutica bíblica, el uso del libro del Éxodo para mostrar la opción explícita de Dios por los pobres, y tal vez, dejaron de lado la lectura de los evangelios, dentro de los cuales el paradigma liberador es Jesús de Nazaret. En este sentido, el libro del Éxodo no es el único capaz de dar una clave de lectura del Antiguo y del Nuevo Testamento. Con base en lo expuesto, la pregunta central de la investigación es: ¿Qué lectura teológica hace JL Segundo de la fe y del lenguaje religioso como propuesta para contribuir en la reflexión a la teología fundamental?
EstadoFinalizado
Fecha de inicio/Fecha fin03/02/2002/05/22

Financiación de proyectos

  • Interna
  • PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA