La elusiva unidad de lo diverso. La configuración de la región de Santander en el contexto del Estado Nacional, 1857-1910

Proyecto: Investigación

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Descripción

La expresión `Colombia, país de regiones¿ cuenta con un amplio registro en las obras de geógrafos, pedagogos, historiadores y estadistas. Los geógrafos del siglo XIX utilizaron por primera vez la expresión para connotar la diversidad natural de Colombia. Los pedagogos por su parte difundieron esta idea a través de sus prácticas docentes y en sus manuales escolares. Los historiadores a su vez vieron en la diversidad geográfica y socioeconómica de Colombia un factor de fragmentación que impuso un ritmo lento a los procesos de integración nacional. Finalmente, los estadistas aluden en sus discursos a las regiones para señalar la concentración espacial de la riqueza. No obstante esta tradición, los historiadores poco hemos estudiado los procesos de ordenamiento territorial y menos aún la formación de las regiones en el contexto de desarrollo de los proyectos nacionales. Los antecedentes de la idea de Colombia como un país de regiones se encuentran en los proyectos de ordenación territorial que llevaron a cabo las elites criollas del Nuevo Reino de Granada una vez se consolidó la independencia. Éstos se encuentran jurídicamente definidos en las sucesivas constituciones promulgadas en los años de (1834, 1858,1863, 1886 y 1991) que han enmarcado la vida política colombiana. Sin embargo, poco sabemos sobre las concepciones de los constituyentes sobre el territorio y los factores sociopolíticos y económicos que determinaron su ordenamiento. Sabemos un poco más sobre las concepciones culturales e intelectuales que sobre el territorio tuvieron las elites. Estas heredaron de los científicos naturalistas y de los promotores de las ciencias útiles, surgidas del círculo intelectual de Don José Celestino Mutis, la preocupación por cartografiar y destacar la singularidad natural de las provincias que hacían parte del país. Los trabajos de Francisco Antonio Zea, José Joaquín Camacho, Francisco José de Caldas y Jorge Tadeo Lozano de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, contienen abundantes reflexiones y postulados que apuntan hacia la clasificación del territorio de la Nueva Granada como un conjunto de regiones naturales con sus respectivos potenciales económicos. A partir del establecimiento de la Comisión Corográfica en 1850, con Agustín Codazzi a la cabeza, los trabajos de Manuel Ancízar, Enrique Price, Felipe Pérez y otros forman el corpus general que precede a la conceptualización de Colombia como un país de regiones en el sentido que hoy se le da al término. Esto es, regiones definidas a partir de especificidades de orden geográfico, socioeconómico y cultural. En la década de los años cincuenta del siglo XX, los trabajos de geógrafos, historiadores y escritores consolidan definitivamente la imagen de Colombia como un país formado por regiones a tal punto que todo texto escolar de geografía e historia, lo mismo que investigaciones especializadas presentan al país mediante este particular ordenamiento. Las bases territoriales de las nacientes naciones latinoamericanas fueron las divisiones político administrativas trazadas por la monarquía hispánica (virreinatos, audiencias y capitanías con sus respectivas provincias y gobernaciones). A partir de ellas las elites emprendieron lo que algunos han denominado el ¿largo camino hacia la nación¿ (Konig, 1994). El complejo proceso de la constitución de los estados nacionales (Anderson, 1997), la modernidad política y el desarrollo de la economía mundo (Gellner, 1983 Palti, 2005 Wallerstein, 1979) otorgaron los fundamentos para entender el estado como principio de autoridad, la nación como comunidad y la región como una subcomunidad nacional que posee límites territoriales, formaciones económicas específicas y tradiciones históricas y culturales propias. Con ello quiero señalar que el desarrollo de las regiones avanzó de manera paralela al desarrollo de los proyectos de estado nación. Esto es, territorios jurídicamente homogéneos en contraste con los territorios coloniales que estuvieron integrados por ciudades, villas, parroquias y pueblos de indios que tuvieron definiciones jurídicas específicas las cuales se sustentaron en las diferencias étnicas propias de la sociedad colonial. Estos centros urbanos en lo que respecta a sus estructuras sociales y económicas no fueron más que prolongaciones del universo rural. La estructura socio-jurídica y territorial de la Colonia experimentó un lento proceso de disolución en el transcurso de los siglos XIX y XX. Con ello se dio paso al territorio nacional y a sus regiones. Es decir, ciudades que concentran actividades industriales, comerciales y bancarias y que integran el sector rural a su propia dinámica. Esto es, ciudades con sus respectivos hinterland. Los estudios que analizan la estructuración del territorio nacional a partir de la formación de sus regiones han sido más bien pocos. Esta carencia se debe a que tanto historiadores, como sociólogos o científicos sociales asumen las regiones como entidades dadas en las cuales inscriben sus objetos de investigación: colonización, modernización o conflictos. Estudiar el proceso de formación de una región hace posible dar cuenta del complejo proceso de negociaciones políticas y relaciones socioeconómicas entre elites gobernantes nacionales y hegemonías locales. Ofrece además las claves para explicar las diferencias o los desarrollos regionales desiguales, el papel que en ello cumplieron el desarrollo de la agricultura comercial, las economías extractivas, las condiciones geográficas y los procesos de integración de las fronteras. Estudiar los procesos de formación de las regiones nos permite conocer además los factores determinantes que intervienen en la delimitación y clasificación de territorios específicos para que puedan ser definidos e identificados como representativos de una región en particular. Me propongo pues en esta tesis, estudiar el proceso de formación de la región del nororiente colombiano, actuales departamentos Santander del Norte y del Sur en relación al proceso de formación del estado nacional. El estudio abarca el periodo que va de 1857 a 1910. En 1857 se crea la entidad política del Estado Soberano de Santander a cuyos límites se integraron las antiguas provincias coloniales de Socorro y Pamplona. En sus comienzos, Santander fue uno de los nueve estados que integró la República de los Estados Unidos de Colombia, cuya concepción política liberal federalista y libre cambista perduró hasta 1886. En este año se sustituyeron los principios liberales por los conservadores, es decir, del federalismo se pasó al centralismo político y a una relativa protección económica. Cuando en 1910, el presidente conservador Rafael Reyes reorganizó territorialmente la república, Santander estaba ya plenamente constituida como región. Esto es, un territorio que se estructuró en el transcurso de cincuenta años a partir del desarrollo de nuevas elites económicas y políticas que ejercieron su predominio económico y político desde las ciudades de Bucaramanga y Cúcuta, que para entonces eran los centros urbanos con el mayor grado de modernización del nororiente. Los territorios de fronteras, valles de los ríos Magdalena y Catatumbo, contaban para entonces con un avanzado proceso de poblamiento y de integración a la economía regional con la construcción de nuevos caminos y ferrocarriles. La nueva elite santandereana, exaltaba en sus discursos los elementos culturales con los cuales contribuían a forjar una identidad regional. El proceso histórico que permitió la formación de la región de Santander está en gran medida asociado al liberalismo que se expresó durante los años de 1857 a 1886 con dos políticas centrales: libre cambio y federalismo. Con la primera se desestructuró la base socioeconómica y política de los más importantes centros coloniales, en especial el Socorro. En 1825 ésta era la segunda ciudad más densamente poblada del país después de Bogotá, capital de la República, y figuraba en los escritos de la época como el centro artesanal más importante del país. El prestigio político del Socorro se derivaba de haber sido la cuna de la Revolución de los Comuneros de 1781, que fue el suceso político más memorable en el contexto virreinal. No obstante, la ciudad del Socorro fue perdiendo relevancia en el transcurso del siglo XIX. Primero fue desplazada como centro artesanal de gran importancia debido a la llegada creciente de textiles ingleses que lesionaron su producción de tejidos y debilitaron su liderazgo en el abastecimiento de los principales mercados de la república. En consecuencia pasa a ser la cuarta ciudad en tamaño de la región después de Cúcuta, Bucaramanga y San Gil, según el censo de población de 1896. La política del libre cambio al transformar los fundamentos coloniales de las economías provinciales hizo posible la estructuración de un espacio económico regional teniendo como centros a las nuevas ciudades de Bucaramanga y Cúcuta. En ellas se consolidaron elites económicas y políticas gracias al desarrollo de la agricultura comercial de café y cacao, productos que se comercializaron con algún éxito en el mercado internacional. A su vez, el tabaco, cultivo tradicional de las tierras del nororiente, se consolidó en el mercado interno. Las elites de Bucaramanga y Cúcuta se proyectaron hacia las tierras de frontera. En Cúcuta hacia las del norte, que pertenecen al valle del río Catatumbo y en Bucaramanga hacia las del occidente, que corresponden a las cuencas de los ríos Sogamoso y Opón, tributarios del río Magdalena. En ellas, se desarrollaron economías extractivas de quina, se fundaron haciendas y poblados, y se construyeron caminos y ferrocarriles. Los proyectos sobre las fronteras que dieron origen a nuevas territorialidades en el valle del río Magdalena, conocido como Magdalena Medio, sólo se puede entender a partir de las necesidades comerciales y de comunicación de los centros andinos que necesitaban conectarse con el río Magdalena. Las aldeas y pobla
EstadoFinalizado
Fecha de inicio/Fecha fin24/10/1724/04/19

Financiación de proyectos

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  • PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA