Desafíos y oportunidades de la implementación de la Economía Circular en las empresas

Proyecto: Investigación

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Descripción

Nuestra sociedad está experimentando un punto de inflexión debido a la crisis ambiental que atraviesa el planeta, los avances tecnológicos basados en la Industria 4.0, la creciente población mundial y la insaciable necesidad de desarrollo económico. Sin embargo, la realidad actual es que no hay suficientes recursos para este desarrollo exacerbado. Por ejemplo, el Gravity Recovery and Climate Experiment (GRACE) informó la decreciente disponibilidad de agua dulce y la grave pérdida de hielo glaciar (Rodell et al., 2018), mientras que otros estudios han pronosticado el agotamiento de minerales debido actividad humana (Huang et al., 2014). Así mismo, el sexto informe de Naciones Unidas titulado ¿Global Environment Outlook 6¿ presenta las implicaciones ambientales, sociales y económicas actuales y potenciales de la actividad humana para instar a los gobiernos a tomar decisiones decisivas hacia el logro de los objetivos de desarrollo sostenible (UN Environment, 2019). En este contexto, la economía circular (EC) se considera una forma factible de lograr el desarrollo sostenible al cerrar el flujo de materiales y energía (Geissdoerfer et al., 2017; Kirchherr et al., 2017). Incluso, el Papa Francisco ha hecho un llamado a adoptar un modelo circular de producción y consumo, con un uso eficiente y razonable de los recursos, que asegure su disponibilidad para las futuras generaciones (Francis, 2015). Por otra parte en una de sus publicaciones en la prestigiosa revista Nature, Stahel (2016, p. 435), por ejemplo, afirmó que la EC "reemplaza la producción por suficiencia: reutiliza lo que puedas, recicla lo que no puede reutilizarse, repara lo que está roto, remanufactura lo que no puede repararse". Desde una perspectiva sistemática la EC propone repensar el diseño y transformación de los bienes y servicios, debe considerarse el ciclo de vida completo de un producto. Por lo tanto, la EC se puede dividir en diferentes campos de acción para analizar, diagnosticar y ayudar a las empresas a hacer la transición al paradigma circular. Los campos de acción son los siguientes: 1) tomar, 2) transformar, 3) distribuir, 4) usar / consumir 5) recuperar y 6) Simbiosis industrial (Jaca et al., 2019). En resumen, el "tomar" está relacionada con el origen de los recursos naturales o técnicos, su selección apropiada y el uso efectivo y óptimo de los recursos, minimizar los impactos y costos ambientales. El "transformar" se refiere a los procesos de fabricación de transformación y al consumo de prácticas y recursos para crear bienes y servicios duraderos, retener el valor de los materiales y compartir recursos productivos. Luego, las actividades de gestión logística como el transporte y la distribución se incluyen en el campo de acción de "distribución" para optimizar principalmente el embalaje, el tamaño de los productos y las rutas. Más tarde, las personas y otras empresas ¿usan y consumen¿ productos que deben diseñarse para ser duraderos, de bajo consumo de recursos, y fáciles de actualizar. Después de eso, en el marco de la EC, los productos siguen el campo de acción "Recuperar" para introducirse como materiales en otras cadenas de valor o restaurar la funcionalidad de los productos. Finalmente, el último campo llamado "simbiosis industrial" es un campo transversal que facilita el ciclo cerrado de materiales y energía en cada campo de acción al compartir materiales, infraestructura, desechos, subproductos y materiales en general con otras organizaciones (Jaca et al., 2019). Múltiples estudios (p. Ej. (Boons et al., 2011; Daddi and Iraldo, 2015)) han demostrado que, si las empresas comparten recursos, intercambian materiales y ¿desperdicios¿ dentro de ellas, o entre sí, pueden minimizar su impacto en el medio ambiente, aumentar sus ganancias y alentar a quienes los rodean a hacerlo. Sin embargo, la simbiosis industrial enfrenta algunas barreras como el compromiso de la alta gerencia con el desarrollo sostenible, la desconfianza de las empresas a compartir información sobre sus residuos, la falta de conocimiento y cooperación entre los actores clave, la disponibilidad de recursos técnicos, la falta de regulación con incentivos y políticas que apoyen la recuperación de residuos, la conciencia comunitaria sobre los problemas ambientales y la viabilidad económica (Golev et al., 2015). Adicionalmente, dentro de la literatura, existe un consenso entre los académicos sobre el componente multinivel de la EC, dado que es posible implementarla en diferentes niveles: macro, meso y micro. A nivel macro, la implementación se realiza en ciudades, regiones y gobiernos; a nivel meso, se desarrolla con agentes económicos integrados en simbiosis en eco parques o polígonos industriales, asociaciones empresariales y asociaciones de consumidores; y a nivel micro, generalmente proviene de empresas con una producción más limpia y productos diseñados de manera sostenible y consumidores con acciones individuales (Geng et al., 2012; Kirchherr et al., 2017; Prieto-Sandoval et al., 2018; Yuan et al., 2006). A nivel macro, muchos gobiernos, instituciones y empresas están tratando de avanzar hacia una EC como un modelo económico restaurador y regenerativo que pueda desarrollar la resiliencia ambiental en línea con las aspiraciones económicas globales (Geissdoerfer et al., 2017). Una de las iniciativas más notables a este nivel macro son los compromisos de acción climática establecidos en la COP21 y ratificados por los 55 países que causan el 47% de la contaminación. Pero ha habido otras iniciativas relevantes a nivel regional y nacional: la pionera ley de economía circular de 1996 de Alemania (Bilitewski, 2007; EEA, 2011), el Programa Nacional de Simbiosis Industrial (NISP) del Reino Unido, los parques industriales sostenibles de los Países Bajos, los Estados El Consejo de Presidentes de los Estados para el Desarrollo Sostenible (PCSD, 1996), la simbiosis urbana de Japón (Boons et al., 2011), el Plan de Acción de la Unión Europea para la Economía Circular (European Commission, 2015), la ley de economía circular de China de 2009 (Geng et al., 2012) y en Latinoamérica se destaca la Política de Crecimiento Verde (DNP, 2018) y la Estrategia Nacional de Economía Circular de Colombia. Todas estas iniciativas requieren prácticas de producción más limpias y comportamientos de decisión del consumidor más ecológicos que también se alinean con los objetivos de desarrollo sostenible definidos por la ONU (2015). A nivel meso, existen muchas iniciativas de simbiosis industrial en las que industrias separadas trabajan juntas para desarrollar el intercambio físico de materiales, energía, agua y subproductos que les crea una ventaja competitiva en el mercado (Chertow, 2000; Porter, 1998). La simbiosis industrial está floreciendo, gracias a experiencias espontáneas y exitosas como Kalundborg en Dinamarca (Jacobsen, 2006), como parte de una estrategia de desarrollo económico local en los EE. UU. Y Europa (Gibbs and Deutz, 2007), y la inversión china en eco parques industriales (Zhang et al., 2010). Además, compañías conocidas como Renault, Google, Danone y Unilever se han unido al programa C100 fundado por Ellen MacArthur, que reúne a corporaciones, gobiernos, ciudades, instituciones académicas, innovadores emergentes y afiliados en una plataforma de múltiples agentes interesados para lograr la EC y obtener beneficios económicos, sociales y ambientales. A nivel micro o corporativo, Su et al. (2013) destacan la importancia de que los productores adopten una producción más limpia y un diseño sostenible. Para estudiosos como Yuan et al. (2006), esta área involucra iniciativas individuales de las empresas y su intención de desarrollar innovaciones ambientales en sus productos, procesos y servicios. Estas innovaciones generalmente se guían por el diseño ecológico, que se centra en el análisis del ciclo de vida de los productos y la selección de materiales apropiados (Ghisellini et al., 2016), estrategias de diseño sostenible inspiradas en la naturaleza como la Biomímesis y el cierre de ciclos técnicos y biológicos como Cradle-to-Cradle (McDonough and Braungart, 2002) y producción más limpia (Ghisellini et al., 2016). Así mismo, la transición hacia la EC requiere innovaciones ecológicas para cerrar el ciclo de vida de los productos, recuperar materiales valiosos en vez de descartarlos y resolver las necesidades de resiliencia ambiental a pesar de la necesidad de prosperidad económica (Scheel, 2016). Las innovaciones ecológicas desde una perspectiva eco-céntrica también se asocian con usar la naturaleza como inspiración para responder a las necesidades sociales y ambientales que hoy enfrentamos (Hofstra and Huisingh, 2014).
EstadoFinalizado
Fecha de inicio/Fecha fin28/01/2028/01/22

Financiación de proyectos

  • Interna
  • PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA