Detalles del proyecto
Descripción
No hay que hacer mayores elaboraciones, ni exhaustivos balances bibliográficos para llegar a la conclusión que la desigualdad socioeconómica es un problema estructural de las actuales formas de organización social. Esto es válido no tan solo para los países subdesarrollados, periféricos, del sur global, o cualquier otra denominación que se quiera utilizar, sino también es realidad creciente para los países desarrollados, centrales, del norte global. Sin embargo, a pesar del reconocimiento evidente como problema central no existe un acuerdo más o menos generalizado sobre cómo afrontar la desigualdad socioeconómica; más aún, a la hora de plantear posibles soluciones aparecen posiciones totalmente encontradas que terminan reeditando viejos debates que de manera muy rápida escalan a las trincheras ideológicas y se encierran en círculos sinfín que dejan en suspenso, ante todo, a quienes padecen de manera directa y dramática las consecuencias de vivir en un momento de la historia humana donde como especie se tiene una gran capacidad de producir alimentos y riqueza pero donde también una de cada nueve personas sufre de hambre y un 1% de la población mundial tiene el 82% de la riqueza generada. A la condición de desigualdad socioeconómica está asociada la amenaza a unos mínimos de seguridad existencial de enormes contingentes de población, no como simple producto de concentración de riqueza sino, en lo fundamental, como resultado de la enorme presión ejercida sobre significativos grupos de micro y pequeños productores articulados de manera precaria a los circuitos en los que en la actualidad se genera riqueza. Asimismo, la desigualdad socioeconómica está asociada a las barreras que se erigen a la generación y fortalecimiento de alternativas de organización de procesos productivos que buscan operar a lo largo de toda la cadena de valor: desde las de productores locales hasta los circuitos de comercialización y consumo. También a la desigualdad está asociada la creciente incapacidad de la teoría económica ortodoxa que proclama el simple incremento de la riqueza como requisito para afrontar la desigualdad; las evidencias empíricas ya vienen mostrando que aumento de la riqueza y disminución de la desigualdad no están asociados positivamente, antes, por el contrario, pareciera que los mecanismos de la organización social que permiten la producción de riqueza sí están asociados de manera positiva a la generación de desigualdad. Rosanvallon ha llamado la atención sobre una paradoja: a pesar de que las personas reconocen la desigualdad socioeconómica como un problema que afecta la organización social en general, a la hora de evaluar su propia situación no la asocian con ella; a esto lo llama Rosanvallon la paradoja de Bousset, que se podría enunciar como la disonancia entre la visión de mundo de individuos que se asumen como dueños de su destino en medio de una organización social que potencia las desigualdades. En esta disonancia es que habría que indagar por los mecanismos que producen la sostenida desigualdad de nuestras actuales formas de organización social. El liberalismo económico (Polanyi, 2007) ,como soporte de la visión de mundo de las formas de organización social predominantes, consagra un individualismo a ultranza y concibe la sociedad como un simple agregado de individuos que sí están bien informados y realizan adecuadamente el balance entre medios y fines tienen una alta probabilidad de éxito en su acción económica. Estos supuestos, aunque ya son cuestionados para entender el sistema económico, se tornan aún más problemáticos cuando tienden a volverse el sustento para explicar las distintas esferas de la acción humana. Günter Dux ha indicado que el neoliberalismo, radicalización del liberalismo económico, tiene en su fundamento una deficiencia cognitiva porque parte de un naturalismo ingenuo que impide entender que la idea de justicia es resultado de un orden construido por los seres humanos y no de un orden espontáneo natural (Dux, 2016). En la medida que la vida social tiende a estar regulada con base en los supuestos del liberalismo económico y la justicia se concibe como resultado de un orden espontáneo, todas las diferencias entre los seres humanos se naturalizan y no es posible entender y mucho menos explicar cómo se producen. El problema al que nos vemos abocados actualmente es que la naturalización de las diferencias entre los seres humanos se transformó en naturalización de las desigualdades; por lo tanto, la explicación de la desigualdad hay que plantearla en términos del proceso sociohistórico que llevó de la naturalización de las diferencias a la naturalización de las desigualdades. La dificultad para afrontar la desigualdad radica en que el proceso sociohistórico que llevó a su naturalización desembocó en una visión de mundo que asume como natural desligar la situación de los individuos, cuyas diferencias, se da por sentado, se deben a capacidades naturales o naturalizadas, de la organización social que se concibe apenas como un espacio de disputa o encuentro entre individuos con distintas capacidades naturales. De acuerdo con las evidencias que se tienen sería posible indicar que la separación entre el logro individual y la organización social puede ser teorizada, ampliando la propuesta de Dux, como una precariedad cognitiva; entendiendo por precariedad cognitiva el desajuste entre la visión del mundo que guía las acciones de los individuos y la realidad en la que se desenvuelven esas acciones. Es creciente la reflexión y hasta la teorización sobre lo inadecuada que resulta la visión del mundo que en la actualidad guía nuestras acciones. Sobre la forma de organización social que nos permite la disposición de los recursos simbólicos y materiales la discusión ha tendido a segmentarse entre la teorización, reflexión e investigación de la dimensión política y la de la dimensión económica de la organización. Acerca de la relación entre visión de mundo y la organización social, como lo señaló Elias hace 40 años, no se ha avanzado más allá del punto en el que lo dejaron Marx y Engels. Por el momento, siguiendo la propuesta de G. Dux, se deja indicado que tanto la visión del mundo como las formas de organización social son resultado de un proceso sociohistórico en el que es posible comprobar que cada una se desarrolla de acuerdo con su propia lógica y que no es posible establecer una ruta de determinación de una sobre la otra; a lo sumo se puede decir que son interdependientes y que hay que establecer en cada momento histórico y espacio geográfico cómo se da la relación. En el caso de la desigualdad para el actual momento histórico la interdependencia entre una visión del mundo que genera una creciente insatisfacción y una organización social configurada alrededor del principio de la igualdad de oportunidades se hace posible mediante cuatro mecanismos. Primero, el comunitarismo identitario, de forma contradictoria tanto de grupos privilegiados como de grupos marginados que afectan lo público como espacio de construcción de reciprocidad. Segundo, la inexorabilidad de la transmisión intergeneracional de los privilegios, este mecanismo devela una contradicción básica del credo liberal, mientras se proclama la igualdad de oportunidades, en la organización social está naturalizada la transmisión de privilegios. Tercero, la desmesurada producción de riqueza, aunque la teoría económica parte del supuesto que ralentizar la producción de riqueza es contraproducente, hay una distorsión básica en el sustento del principio, en la actualidad el trabajo no es la mayor fuente de riqueza, aunque se lo siga promocionando como tal. Cuarto, el monopolio corporativo del conocimiento que ha llevado a un creciente monopolio de lo que en la actualidad es posible conocer y convertir en alternativas de bienestar y de vida con sentido. La hipótesis general que se plantea para la investigación es que las interdependencias entre los individuos en sociedades con altos niveles de desigualdad se organizan mediante los mecanismos descritos y producen «arreglos institucionales» que tienden a potenciarlos o eventualmente a atenuarlos. La presente investigación quiere indagar por «arreglos institucionales» que hipotéticamente podrían atenuar la desigualdad socioeconómica. A raíz del paro agrario de 2013 en Colombia se empezaron a hacer visibles organizaciones de campesinos y de pequeños productores agrícolas interesados en desarrollar proyectos productivos comunitarios encaminados a dar respuesta a la tradicional desventaja en la que ha estado el campesinado frente a las condiciones de mercado. Estos proyectos productivos comunitarios pueden ser entendidos como «arreglos institucionales» que podrían potencialmente atenuar las condiciones de desigualdad en la cual vive el campesinado y los pequeños productores rurales en Colombia. La pregunta guía de la investigación sería ¿cuáles son los alcances y límites de los proyectos productivos comunitarios como «arreglos institucionales» que potencialmente atenuarían las condiciones de reproducción de la desigualdad socioeconómica? Para responder esta pregunta se propone en este proyecto la reconstrucción colaborativa con organizaciones campesinas de los procesos y estrategias que se han llevado a cabo en el desarrollo de proyectos productivos comunitarios. Para la realización de esta reconstrucción se han elegido proyectos productivos comunitarios de dos organizaciones de campesinos y de productores en dos regiones del departamento del Tolima
Estado | Finalizado |
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Fecha de inicio/Fecha fin | 25/10/19 → 10/12/22 |
Financiación de proyectos
- Interna
- PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA