Presentación del problemaEn el contexto actual de crecientes desigualdades y crisis del capitalismo, las migraciones han aumentado de manera precaria y vulnerable. En el 2015, el Darién se ha convertido en un lugar destacado por el flujo de migrantes que huyen de diversas crisis. Hasta septiembre de 2023, 408.972 personas han transitado por esta zona, siendo este un aumento significativo en comparación con las 151.582 en septiembre de 2022. Los migrantes provienen de países como Venezuela, Cuba, Haití, Ecuador, Colombia, Brasil, Perú y Chile. En estos procesos múltiples y que involucran una diversidad de actores que, a través de sus prácticas, transforman e incorporan nuevas dinámicas en el Darién se ha cristalizado la representación del Darién como un espacio fundamentalmente peligroso (Ocando, 2022) debido a la composición de su naturaleza, a la histórica ausencia del Estado y al control del territorio por grupos armados. Este proceso de re/de/construcción de sentidos y representaciones sobre el espacio se moldea, en el caso del Darién, en función de varios intereses, pero con un gran énfasis en el principal destino: Estados Unidos. La construcción de la frontera terrestre entre Panamá y Colombia por el Darién como un lugar peligroso para el tránsito de personas ha legitimado a los gobiernos de Panamá y de Colombia para adoptar políticas tendientes a controlar el flujo migratorio con enfoque securitista (Rojas, y Uribe, 2021; Polo Alvis et al., 2019). Lo que ha configurado la producción de subjetividades susceptibles de expulsión (Jubany, 2017; Rosas y Gil, 2023), apoyadas por países externos a la frontera como los Estados Unidos. Esto resalta las luchas por los sentidos y discursos sobre el Darién. Para aquellos que emigran, el Darién se percibe como un espacio peligroso pero necesario para la realización de su proyecto migratorio. En este contexto de peligro, vulnerabilidad y violencia, estos migrantes se convierten en elementos clave en la formulación de un discurso oficial y en la creación de políticas que ven la frontera como un espacio que debe ser controlado y gestionado con una lógica colonial particular.Esto implica que las políticas de securitización no solo organizan el espacio social a través de una clasificación social específica y momentánea, sino que también generan significados en torno al Darién. Sin embargo, esta transformación del espacio, de los discursos y representaciones sobre el Darién, ha pasado por alto a las comunidades que históricamente han habitado la región, sus perspectivas sobre el área y sus prácticas culturales. En su lugar, se ha impuesto una representación única caracterizada por la violencia y el riesgo, que recupera perspectivas occidentales y coloniales como la única forma legítima de dar sentido al Darién. La constitución del Darién como frontera se deriva, en última instancia, de una representación colonial del espacio que inicialmente lo considera salvaje y susceptible de ser dominado y ocupado por actores externos. Ha sido utilizado para la extracción de recursos naturales y, en la ausencia de presencia estatal, ha permitido que grupos armados controlen la zona, utilizando el Darién como una ruta crucial para sus actividades clandestinas. Esto se evidencia a través de la presencia del Clan del Golfo y otros grupos armados relacionados con el conflicto colombiano, así como grupos armados panameños en la zona. Estos grupos ejercen control tanto marítimo como territorial, gestionan la violencia, aplican tributación forzada y organizan economías extractivistas y ligadas al narcotráfico así como la de la migración. La presente investigación parte de la problematización de la construcción de un único y hegemónico sentido sobre el Darién, logrado a través del silenciamiento de la diversidad de grupos presentes en la región, de sus relaciones de poder y opresión, y de las prácticas de resistencia desarrolladas en el área. El objetivo es recuperar las voces otras que proporcionan sentidos otros al discurso hegemónico sobre el Darién.Ubicación del problema en el contexto latinoamericanoLa construcción de ¿El Tapón del Darién¿ como ¿frontera¿ es un fenómeno multifacético y complejo con raíces profundamente arraigadas en procesos coloniales intervencionistas, así como en los movimientos de resistencia que históricamente han moldeado a Latinoamérica. Igualmente, esta construcción del Darién como ¿frontera¿, oculta la identidad interseccional de este espacio, reflejando una simetría con la negación histórica de la heterogeneidad del territorio y diversidad de habitantes, culturas, identidades y espacios que constituyen la región etiquetada como ¿Latinoamérica¿. Además, el Darién, más allá de una ¿frontera¿, es también un espacio que evidencia claramente como la intersección de procesos locales, nacionales, regionales, y globales, que dan primacía a un sistema neoliberal capitalista y a la incesante externalización de la frontera estadounidense, afectan a las diversas comunidades locales y migrantes que convergen en este espacio. En un análisis inicial, es de vital importancia explorar cómo la conceptualización del Darién como ¿frontera¿ puede estar vinculada a un arraigo colonial intervencionista proveniente de las doctrinas estadounidenses del Destino Manifiesto (Manifest Destiny) y la Doctrina Monroe (Monroe Doctrine). En conjunto, estas doctrinas atribuyen a Estados Unidos una supuesta capacidad de influencia sobre Latinoamérica en aras de salvaguardar su seguridad nacional (García, 2020). Igualmente, la priorización de los intereses capitalistas estadounidenses y el menosprecio a la vida de aquellos que han sido categorizados como `Otros¿ han influenciado profundamente la geopolítica de la región centrando los intereses de Estados Unidos. Históricamente esta tendencia colonial intervencionista estadounidense ha sido evidente, por ejemplo, en la separación entre Colombia y Panamá, y posterior construcción del Canal de Panamá (García, 2020); en la masacre obrera de las bananeras en Colombia por la United Fruit Company; en la actividad extractivista en diferentes países de la región; y actualmente en la externalización de la frontera y la gestión de la población migrante en tránsito por Latinoamérica. Este modelo colonial intervencionista forja una dinámica estrecha y tensa entre los intereses políticos y económicos de Estados Unidos y los de los diversos países de América Latina. En este contexto, podemos contemplar la construcción del ¿Tapón del Darién¿ no solo como una ¿frontera¿ entre dos naciones, Colombia y Panamá, o entre subregiones, América del Sur y América Central y del Norte, sino como una ¿frontera¿ de importancia global entre Estados Unidos y el resto del mundo. Las estrategias recientemente anunciadas por Estados Unidos y países de Latinoamérica como Panamá, Colombia y Costa Rica (EFE. Junio 16, 2023; AP. Agosto 23, 2023; Vanguardia. Agosto 25, 2023; EFE Octubre 3, 2023), evidencian la globalidad de esta construcción fronteriza y la persistencia de un enfoque intervencionista que explota retóricas de seguridad nacional, la externalización de la frontera estadounidense, la implementación tecnologías de vigilancia, y la militarización del espacio.Sin embargo, dicha construcción como ¿frontera¿ entra en tensión con un espacio que los migrantes utilizan en práctica como lugar de tránsito o `puente¿ en un acto de resistencia contra la identidad fronteriza. Esto desafía contundentemente la narrativa hegemónica estatal que construye al Darién como un espacio estático, evidenciando como las prácticas y voces de los diversos actores que habitan y transitan este espacio anulan visones estado-céntricas y recalcan el dinamismo y la fluidez del Darién. Es así como la construcción fronteriza de ¿El Tapón del Darién¿ se inscribe en las mismas dinámicas de poder e intereses que han configurado la historia de Latinoamérica. En estas dinámicas confluyen y compiten los procesos internos de cada país con intereses externos, especialmente de Estados Unidos, que plasman a Latinoamérica -y al Darién- como un espacio hostil, violento, anómalo e ingobernable. Sin embargo, dicha construcción es contrarrestada por las prácticas y las voces de las diversas comunidades indígenas, mestizas, negras y migrantes que habitan y transitan la región. Es entonces a través del Darién, que Latinoamérica surge -nuevamente- como epicentro de resistencia a narrativas hegemónicas estatales y región pionera de epistemologías y políticas de los fenómenos migratorios contemporáneos.