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La institucionalización de la sociología como disciplina profesional data de mediados del siglo XX. La Universidad Nacional de Colombia, la Pontificia Universidad Bolivariana y la Pontificia Universidad Javeriana fueron los primeros centros en formar profesionalmente a los sociólogos y sociólogas del país (Cataño). De entrada, llama la atención que dos de las tres instituciones pioneras sean de carácter confesional. Si se compara con Argentina y Brasil, los casos más estudiados hasta el momento en relación a la profesionalización de la disciplina en la región (Blanco & Jackson), el proceso colombiano presenta ciertas particularidades, relacionadas algunas con esta orientación específica. El programa de Sociología de la PUJ se creó en 1959, como parte de la Facultad de Filosofía y Letras. La disciplina se había extendido en las carreras de Derecho y Economía en varias universidades mientras en el país ya se reconocían algunos precursores de la misma como Salvador Camacho Roldán, Luis López de Mesa, Alejandro López, Armando Solano y Luis Nieto Arteta (Segura & Camacho). En la Javeriana, desde 1931, la cátedra principal de Sociología y la cátedra complementaria de Sociología Americana fueron dictadas en la carrera de Derecho (Arboleda, p. 20-21). En esta institución, José Rafael Arboleda, S.J. se convirtió en uno de los más activos defensores: Creemos fundadamente que la ciencia social que está llamada a ocupar una posición estratégica más satisfactoria en el progreso del país, es la Sociología, pues tanto los problemas de la planificación económica (¿) como los problemas de la vivienda tanto urbana como rural; lo mismo que los problemas de desanalfabetización, perseverancia en la escuela, educación secundaria y universitaria (¿) todos estos problemas desconocidos en su realidad intrínseca empiezan a ser estudiados previamente, tanto por entidades gubernamentales como privadas para darles solución satisfactoria. Ahora bien, esta investigación no es posible sin un equipo muy completo de sociólogos generales y especializados que muestren a esos organismos la realidad concreta del país. (¿) los sociólogos especializados de esta generación, tienen una doble misión que cumplir, la de ampliar el campo de la enseñanza de la Sociología y la de cooperar con la investigación al conocimiento de la realidad colombiana. (Arboleda, p. 57-58) Como ya se indicó, en el mismo año iniciaron los programas de sociología de la PUJ y de la Universidad Nacional. La indagación sobre este último ocupa lo que hasta el momento se denomina como la historia de la sociología en Colombia (Cataño, Restrepo, Jaramillo). Sin lugar a duda, el programa liderado en sus inicios por Orlando Fals Borda, Camilo Torres Restrepo y Virginia Gutiérrez de Pineda, es la base sobre la cual se dio la institucionalización de la disciplina en el país. Allí se evidenciaron, y hasta donde fue posible se resolvieron, las problemáticas asociadas a este proceso: consolidación de una planta docente, desarrollo de la investigación, creación y afianzamiento de un currículo, difusión a través de eventos y publicaciones y apertura institucional a través de redes académicas nacionales e internacionales (Jaramillo, p.48). A la vez, los docentes de la UN se mantuvieron activos en varios proyectos estatales durante el primer gobierno del Frente Nacional (Alberto Lleras Restrepo 1958-1962). Fals Borda, por ejemplo, mientras se desempeñaba como decano de la Facultad de Sociología era viceministro de agricultura. Además de los aspectos recién mencionados, existen otros que condujeron a la autonomización creciente del campo académico de la sociología en el país. Como antecedente inmediato, la consolidación de centros de formación e investigación, entre ellos la Escuela Normal Superior y el Instituto Etnológico Nacional, permitió la cualificación de investigadores en el área de ciencias sociales. En 1950 se creó el Instituto Colombiano de Sociología el cual, aunque sin mayor relevancia en términos de investigación, sirvió como escenario del I Seminario para la Enseñanza (1956). La mención a este seminario resulta relevante por dos razones. Por un lado, fue patrocinado por la Unesco. La Unesco entre varias organizaciones internacionales, fue central en el patrocinio a diversos eventos y centros de ciencias sociales en América Latina. Por otro lado, allí se manifestó abiertamente la tensión entre ciencia y religión (Restrepo); al tiempo que se demandaba un ¿lente sociológico¿ a los religiosos para su labor social, se defendía una fundamentación religiosa a la sociología. El rector de la Nacional en 1958, Cástor Jaramillo Arrubla, propuso entonces un departamento de Sociología y de Doctrina Social Católica. Beigel (p.9) reconoce que en la segunda posguerra, junto a cambios estructurales en la región tales como el crecimiento de la clase media de la mano del incremento de la matrícula universitaria, la cooperación internacional fue la ventana de oportunidad para la creación de programas en el área de sociales. Ya se ha hecho alusión a la Unesco. En el caso de la sociología, la Organización de Estados Americanos y las redes de la Iglesia Católica proporcionaron los recursos que permitieron la apertura de nuevos programas de formación y centros de investigación. Entre las últimas destaca la Federación Internacional de Investigaciones Sociales y Socio-religiosas -Feres-. Su secretario para América Latina, el sacerdote y sociólogo Gustavo Pérez, fundó una década más tarde, en 1970, el Instituto Colombiano de Desarrollo Social -Icodes-. Pérez hizo parte de la generación de sociólogos formados en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), al igual que Torres Restrepo, bajo la fuerte influencia del también sacerdote y teólogo de la liberación François Houtart. Los jesuitas, por su parte, crearon el Instituto de Estudios Sociales (1957) en la Javeriana (Álvarez, p. 52) y el Centro de Investigación y Educación Popular- Cinep (1972). Como ya se mencionó, Arboleda fue uno de los promotores de la apertura del programa de Sociología en esta Universidad. Para ese entonces, como decano de la Facultad de Filosofía y Letras, convocó a María Cristina Salazar Camacho para liderar este proyecto (Leal). Salazar, filósofa y doctora en Sociología por la Universidad Católica de Washington (EUA), se convirtió entonces en docente del programa de Sociología y Trabajo Social de la PUJ. Según Fals Borda, por divergencias ¿ideológicas¿ sobre la enseñanza de la disciplina, Salazar renunció al poco tiempo (Cendales, Torres & Torres. p. 8). Así empezó una nueva etapa en la Javeriana pues los programas de Sociología y Trabajo Social pasaron a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. De la gestión de Salazar al frente del departamento hay poca información. En un documento presentado en el VII Congreso Colombiano de Sociología (1989), se señala: ¿Dirigió el Departamento hasta 1961-1962, orientándose académicamente bajo los esquemas teóricos de autores tales como Ogburn, Nimkoff y Pitirim Sorokin, con el objetivo explícito de ¿formar profesionales católicos que ayuden a satisfacer las necesidades sociales¿, apoyándose en los principios de la Doctrina Social de la iglesia (Giraldo y Vásquez, 1989, p.4).¿ (Jaramillo, 241). Para Fals Borda, su compañero de trabajo y más adelante esposo, la salida de Salazar se debió al descontento con la orientación confesional de la Javeriana en un momento en que se empezaron a generar, entre docentes y estudiantes, actividades conjuntas con los colegas de la Nacional. Por ese entonces, también en el programa de sociología de la UN se presentaron fuertes tensiones dadas las tres bases fundamentales en las que éste se sostenía: la sociología de corte empírico (influencia norteamericana), un credo liberal democrático (espíritu reformista de los primeros años del Frente Nacional), y un ¿cristianismo progresista ecuménico¿ (sociólogos formados en Lovaina, Acción Social de la Iglesia, Misión Lebreth) (Jaramillo, 296.) El programa de Sociología de la PUJ en su primera etapa (1959-1972) no ha llamado la atención de los investigadores por sí mismo sino por las causas de su abrupto cierre, entre las que se destaca la acción del llamado Movimiento Cataluña. En el marco de la reforma universitaria adelantada por el entonces rector Alfonso Borrero, S.J., se profundizaron las demandas estudiantiles alrededor de la función social de la Universidad. Los estudiantes de sociología, en octubre de 1970, presionaron a las directivas con varias propuestas para modificar el pensum: cualificar las prácticas laborales y sociales, tener un personal docente idóneo y ajustar el programa de investigación; así mismo buscaban una baja en el monto de la matrícula (Galeano p. 72). Al no encontrar respuestas positivas, docentes y estudiantes iniciaron un paro al que se fueron sumando las carreras de derecho, filosofía y arquitectura. El cese de actividades culminó con el despido de varios profesores y el cierre de los programas de Sociología y Trabajo social, bajo la justificación de crear la Facultad de Estudios Interdisciplinarios. El Movimiento Cataluña fue impulsado en buena parte por la fuerte movilización estudiantil del periodo, movilización que a su vez presentó cierta radicalización en el panorama político de los años 60. Este fue el escenario en el que convergieron organizaciones políticas de izquierda de vertiente juvenil como la Juventud Comunista ¿JUCO- y las Juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal; aquellas otras que impulsaban la revolución, tales como el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino ¿MOEC-, el Movimiento Universitario Revolucionario ¿MUR- y el Frente Unido de Acción Revolucionaria ¿FUAR-, junto con organizaciones de derecha sostenidas por los partidos tradicionales (Ruíz, 142-143). Este panorama se complejizó aún más a mediados de la misma década con la acción de los grupos insurgentes alzados en armas, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ¿FARC-, El
Status | Finished |
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Effective start/end date | 14/10/19 → 13/06/21 |
Project funding
- Internal
- PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA