Análisis de la relación entre indicadores de sequía y sus impactos en una región con un marcado gradiente climático del norte de Colombia

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El estudio del fenómeno de la sequía ha cobrado una relevancia cada vez mayor debido a sus múltiples impactos en el medio ambiente, la economía y la sociedad en general (Li et al., 2024). A pesar de que la sequía es un fenómeno natural difícil de evitar, su evaluación y gestión son herramientas fundamentales para mitigar sus efectos y planificar de manera proactiva para futuras sequías (Walker et al., 2024). La sequía, al igual que otros fenómenos naturales, presenta desafíos tanto en su caracterización como en la evaluación de sus impactos. A diferencia de fenómenos como las inundaciones, la sequía tiende a ser menos tangible debido a su inicio lento, su naturaleza insidiosa y sus impactos complejos y, en muchas ocasiones, no estructurales (Rahaman et al., 2019) A pesar de la importancia de comprender y predecir las consecuencias de la sequía, gran parte de la investigación se ha centrado en caracterizar la sequía en sí misma, dejando de lado la evaluación de sus impactos (Bachmair et al., 2017; Carrão et al., 2016). Además, los sistemas de alerta temprana de sequías suelen monitorear o predecir la amenaza, pero no proporcionan información sobre cuándo y dónde un déficit de precipitación puede traducirse en consecuencias negativas. Esto ha resultado en una falta de atención a la evaluación de los daños asociados a la sequía (Apel et al., 2016; Merz et al., 2007). Colombia es un país vulnerable al cambio climático (González et al., 2017) siendo los departamentos de La Guajira y Magdalena los más afectados de la Costa Caribe (CORPOGUAJIRA & ASOCARIBE, 2018). El marcado gradiente climático del departamento de La Guajira se refleja en las diferentes clasificaciones climáticas presentes en sus diversas regiones, desde el árido cálido en la alta Guajira, pasando por el semiárido cálido en la media Guajira y el clima de sabana típico en la baja Guajira, hasta los climas de tundra y clima templado subhúmedo de montaña en la Sierra Nevada de Santa Marta. Es caracterizado por una significativa variabilidad tanto en el espacio como en el tiempo de sus recursos hídricos, atribuyéndose a las condiciones climáticas, geológicas y morfológicas únicas de la zona, que resultan en registros de precipitación considerablemente bajos en comparación con otras áreas del país (IDEAM, 2014). El territorio Guajiro está dividido tradicionalmente en Alta, Media y Baja Guajira (CORPOGUAJIRA, 2009), presentando condiciones ambientales, topográficas y zonas de vida diferentes. La alta Guajira es caracterizado por un clima árido cálido, propio de zonas desérticas, experimentando altas temperaturas y escasas precipitaciones durante todo el año (aproximadamente 300 mm/año), lo que contribuye a la aridez del paisaje y conlleva a períodos de sequía estacional que abarcan la mayor parte del año; la media Guajira presenta un clima semiárido cálido, esta región experimenta una ligera mejora en las condiciones de humedad en comparación con la alta Guajira, y la cantidad de lluvia aumenta ligeramente, alcanzando en algunas áreas cifras cercanas a los 1000 mm por año; en contraste, la baja Guajira exhibe un clima de sábana típica en donde las precipitaciones pueden ascender hasta los 1500 mm anuales, lo que proporciona un ambiente más propicio para la vegetación y la agricultura en comparación con las regiones más áridas del departamento (FEDESARROLLO, 2019). A pesar de estas disparidades en la distribución de lluvias, se destaca una tasa de evaporación considerablemente elevada en la región, lo que la posiciona como uno de los departamentos con mayor riesgo de sufrir sequías (IDEAM, 2012). Además, gran parte de su territorio exhibe una vulnerabilidad significativa y una capacidad adaptativa limitada frente a los impactos derivados del cambio climático (Galindo et al., 2017). Las sequías han generado riesgos para diversos sectores en La Guajira, impactando a las comunidades, especialmente las indígenas wayuu, ubicadas en zonas rurales (IDEAM, 2019). Durante las épocas de sequía, la subsistencia alimentaria se ve reducida, afectando la producción agrícola y ganadera, y exacerbando la desertificación y salinización del suelo (IDEAM, 2012). Además, la falta de acceso al agua y saneamiento básico agrava la situación, especialmente en zonas rurales dispersas (MADS, 2022). La Alta Guajira es una de las áreas más afectadas por los significativos déficits de precipitación como consecuencia de las alteraciones climáticas inducidas por el fenómeno El Niño (IDEAM, 2014). Estas escasas lluvias han generado riesgos para diversos sectores como la agricultura, la ganadería, el medio ambiente, la salud y la disponibilidad de agua en el departamento de La Guajira (IDEAM, 2019). Durante las épocas de sequía, la subsistencia alimentaria de las comunidades se ve considerablemente reducida. En el año 2015, el departamento enfrentó una de las sequías más prolongadas, causada por el fenómeno de El Niño, que comenzó en mayo de 2015 en las regiones Caribe y Pacífico y se extendió hacia la cordillera de los Andes (MADS, 2018). Esta sequía severa provocó el desplazamiento de algunos agricultores que residían en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta hacia el Distrito especial, Turístico y Cultural de Riohacha (Bonet & Hahn, 2017). En este sentido, la evaluación de la dinámica de la sequía se realizará integrando información desde sensores remotos, reanálisis y datos de campo. Inicialmente se seleccionarán las estaciones de monitoreo que cumplan con serie de datos continos de precipitación mayor a 10 años y porcentaje de datos faltantes menor al 20%. Para el relleno de datos faltantes de precipitación se realizará un análisis estadístico a los datos. Se hace una preselección de los métodos y/o modelos y se analizarán sus requerimientos con las condiciones ambientales del departamento de La Guajira. Con los métodos seleccionados se estiman los datos faltantes y se selecciona el (los) mejor(es). Posteriormente se calcularán los índices para cada uno de los eventos de sequía propuestos y se determinará la variabilidad dentro del ciclo hidrológico, así mismo, integrará la información de los tipos de sequía para la generación del pronóstico de la sequía frente a escenarios de cambio climático en el departamento de La Guajira. A pesar de la importancia de comprender y predecir las consecuencias de la sequía, gran parte de la investigación se ha centrado en caracterizar la propia sequía, dejando en segundo plano la evaluación de sus impactos (Bachmair et al., 2017; Carrão et al., 2016). Además, los sistemas de alerta temprana de sequías suelen monitorear o predecir la amenaza, pero no proporcionan información sobre cuándo y dónde un déficit de precipitación puede traducirse en consecuencias negativas. Esto ha resultado en una falta de atención a la evaluación de los daños asociados a la sequía, siendo este aspecto muchas veces relegado a un segundo plano en comparación con la evaluación de la amenaza misma (Apel et al., 2016; Merz et al., 2007). Una estrategia común para evaluar las consecuencias negativas de los peligros naturales, como la sequía, es el uso de funciones de daño, que relacionan la intensidad del peligro con los efectos negativos del mismo (Alamanos et al., 2019). Sin embargo, trasladar este concepto al contexto de la sequía presenta varios desafíos, especialmente en lo que respecta a la identificación de indicadores adecuados que caractericen la amenaza de sequía y a la cuantificación de los impactos de manera precisa y objetiva (Apel et al., 2016). Colombia es un país vulnerable al cambio climático (González et al., 2017) siendo los departamentos de La Guajira y Magdalena los más afectados de la Costa Caribe (CORPOGUAJIRA & ASOCARIBE, 2018). El marcado gradiente climático del departamento de La Guajira se refleja en las diferentes clasificaciones climáticas presentes en sus diversas regiones, desde el árido cálido en la alta Guajira, pasando por el semiárido cálido en la media Guajira y el clima de sabana típico en la baja Guajira, hasta los climas de tundra y clima templado subhúmedo de montaña en la Sierra Nevada de Santa Marta (figura 1a). Es caracterizado por una significativa variabilidad tanto en el espacio como en el tiempo de sus recursos hídricos, atribuyéndose a las condiciones climáticas, geológicas y morfológicas únicas de la zona, que resultan en registros de precipitación considerablemente bajos en comparación con otras áreas del país (IDEAM, 2014). El territorio Guajiro está dividido tradicionalmente en Alta, Media y Baja Guajira (CORPOGUAJIRA, 2009), presentando condiciones ambientales, topográficas y zonas de vida diferentes (Figura 1b). La alta Guajira es caracterizado por un clima árido cálido, propio de zonas desérticas, experimentando altas temperaturas y escasas precipitaciones durante todo el año (aproximadamente 300 mm/año), lo que contribuye a la aridez del paisaje y conlleva a períodos de sequía estacional que abarcan la mayor parte del año; la media Guajira presenta un clima semiárido cálido, aunque también se caracteriza por temperaturas elevadas, esta región experimenta una ligera mejora en las condiciones de humedad en comparación con la alta Guajira, y la cantidad de lluvia aumenta ligeramente, alcanzando en algunas áreas cifras cercanas a los 1000 mm por año; en contraste, la baja Guajira exhibe un clima de sábana típica en donde las precipitaciones pueden ascender hasta los 1500 mm anuales, lo que proporciona un ambiente más propicio para la vegetación y la agricultura en comparación con las regiones más áridas del departamento (FEDESARROLLO, 2019). A pesar de estas disparidades en la distribución de lluvias, se destaca una tasa de evaporación considerablemente elevada en la región, lo que la posiciona como uno de los departamentos con mayor riesgo de sufrir sequías (IDEAM, 2012). Además, gran parte de su territorio exhibe una vulnerabilidad significativa y una capacidad adaptativa limitada frente a los impactos derivados del cambio climático (Galindo et al., 2017). Las sequías han generado riesgos para diversos sectores en La Guajira, impactando a las comunidades, especialmente las indígenas wayuu, ubicadas en zonas rurales (IDEAM, 2019). Durante las épocas de sequía, la subsistencia alimentaria se ve reducida, afectando la producción agrícola y ganadera, y exacerbando la desertificación y salinización del suelo (IDEAM, 2012). Además, la falta de acceso al agua y saneamiento básico agrava la situación, especialmente en zonas rurales dispersas (MADS, 2022). La actualización del componente Meteorológico del modelo institucional del IDEAM sobre el efecto climático de los fenómenos El Niño y La Niña en Colombia, ratifica que la Alta Guajira es una de las áreas más afectadas por los significativos déficits de precipitación como consecuencia de las alteraciones climáticas inducidas por el fenómeno El Niño(IDEAM, 2014). Estas escasas lluvias han generado riesgos para diversos sectores como la agricultura, la ganadería, el medio ambiente, la salud y la disponibilidad de agua en el departamento de La Guajira (IDEAM, 2019), impactando de manera notable a las comunidades, especialmente aquellas situadas en zonas rurales, que en su mayoría pertenecen a comunidades indígenas wayuu. Durante las épocas de sequía, la subsistencia alimentaria de las comunidades se ve considerablemente reducida. En el año 2015, el departamento enfrentó una de las sequías más prolongadas, causada por el fenómeno de El Niño, que comenzó en mayo de 2015 en las regiones Caribe y Pacífico y se extendió hacia la cordillera de los Andes (MADS, 2018). Esta sequía severa provocó el desplazamiento de algunos agricultores que residían en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta hacia el Distrito especial, Turístico y Cultural de Riohacha (Bonet & Hahn, 2017). Asimismo, se observó una disminución significativa en la producción agrícola; por ejemplo, el valle medio del río Ranchería, antes uno de los lugares más fértiles para la agricultura, transformó su actividad principal de agrícola y ganadera a minería y energía. La mayoría de los suelos en La Guajira presentan un alto grado de desertificación y salinización (IDEAM, 2012), lo que conlleva a una escasez crónica de agua y alimentos, limitando el desarrollo económico y social de la región. Además, el acceso al agua y al saneamiento básico en las áreas urbanas es deficiente, y esta situación se agrava en las zonas rurales debido a la dispersión de la población y a las condiciones geográficas excepcionales del territorio.
StatusActive
Effective start/end date01/08/2430/07/25

Project Status

  • In Execution

Project funding

  • Internal
  • Pontificia Universidad Javeriana